Tengan en cuenta que el sacrificio de la Misa es precisamente eso: el momento eterno en que Cristo entregó su cuerpo y su sangre en la cruz para nuestra redención.
Cuando en su boda prometieron ser fieles el uno al otro “en la salud y en la enfermedad”, la parte de la enfermedad incluía esa penosa “enfermedad del alma” que es el dolor.