| Por Rachel Espinoza, redactora jefe, FAITH Catholic

Viajando por el Adviento con Juan el Bautista

Aparte de Jesús, hay una figura de la que oímos hablar más que de ninguna otra durante el tiempo de Adviento: Juan el Bautista. Muchas de las lecturas de la Misa de Adviento presentan a Juan Bautista o hablan de su ministerio. He aquí cuatro maneras en que San Juan Bautista nos ayuda a prepararnos para la venida de Cristo.

 

Busca la sencillez

En esta época del año, muchos de nosotros podemos convertirnos fácilmente en maximizadores. ¿Necesita el árbol más adornos? ¿Hemos comprado suficientes regalos? Nuestros calendarios se llenan rápidamente de acontecimientos sociales. Es intencionado, pues, que la Iglesia nos presente una figura que vive una especie de ascetismo extremo. Juan el Bautista viste una túnica de pelo de camello y come una dieta a base de langostas y miel silvestre (¡no son exactamente los manjares decadentes que asociamos con la temporada!). En última instancia, Juan el Bautista nos recuerda que a veces la mejor manera que tenemos de prepararnos para la Navidad es simplificar. ¿Qué podemos eliminar de nuestras listas de cosas pendientes para dejar más espacio en nuestros corazones para Cristo esta temporada?

Responde al llamado único de Dios para tu vida

Más de 400 años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Malaquías escribió que Elías volvería antes del día del Señor (ver Mal 3,23). Los Evangelios dejan claro que existe una conexión entre esta profecía y Juan el Bautista. ¿Recuerdas la famosa túnica de pelo de camello que mencionamos antes (ver Mt 3,4; Mc 1,6)? Pretende recordarnos a Elías, que llevaba un atuendo similar (ver 2 Re 1,8). Al ver las semejanzas, los seguidores de Juan llegan a preguntarle: “¿Eres Elías?”. Y él responde: “No” (Jn 1,21). En cambio, Juan dice de sí mismo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor” (Jn 1,23; cf. Is 40,3). Aunque Jesús afirma que Juan era realmente aquel sobre el que profetizó Malaquías (ver Mt 17,10-13), no es una reencarnación de Elías del pasado. Juan el Bautista cumple la llamada profética sobre su vida para preparar el camino a nuestro Salvador de una forma que es verdaderamente la suya. ¿Cómo podemos dar una respuesta verdaderamente personal a la llamada única que Dios ha puesto en nuestras vidas?

Adopta el arrepentimiento

Tras el nacimiento de Juan, Zacarías profetiza que su hijo será “llamado Profeta del Altísimo”, enviado para “[ir] delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados” (Lc 1,76-77). Una parte fundamental del ministerio de Juan consistirá en llamar a la gente al arrepentimiento (ver Lc 3,10-14; Mt 3,7-8; Mc 6,18, etc.). La mejor manera que tenemos de prepararnos para la Navidad es reconocer las formas en que nos hemos alejado del amor perfecto de Dios y recibir la abundante misericordia de la que disponemos en el sacramento de la reconciliación. ¿Ofrece tu parroquia un Servicio de Reconciliación en Adviento? Haz planes para asistir.

Reconoce la presencia de Dios en medio de nosotros

Juan el Bautista tenía una extraña capacidad para reconocer la presencia de Cristo, incluso desde los primeros momentos de su vida. Leemos en Lucas, capítulo 1, que Juan el Bautista saltó en el vientre de su madre al oír el saludo de María (ver v. 44), lo que sugiere que, aun siendo un niño nonato, reconoció la presencia del Señor. Al ver a Jesús que venía hacia él, Juan lo reconoce inmediatamente y declara: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). ¿Cómo podemos tomarnos tiempo para ir más despacio y reconocer la presencia de Cristo en medio de nosotros, aquí y ahora?


Se podría decir mucho más sobre Juan el Bautista; él, quizá más que ningún otro, nos señala a Cristo y nos enseña cómo prepararnos para su venida. Considera la posibilidad de dedicar más tiempo a las Escrituras en este Adviento, observando qué otras cosas de su vida o de su ministerio conmueven tu corazón esta temporada.

Lee sobre Juan el Bautista:

Mt 3,1-17, Mc 1,2-11, Lc 1,5-80, Lc 3,1-22, Jn 1,14-37