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 | Por Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS Obispo De Charleston

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo – Marzo 2023

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Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma, un tiempo de oración, ayuno y limosna. Asumimos disciplinas o abandonamos prácticas para poder fortalecer nuestra relación con Dios y servirle. Se nos aconseja en el libro del Eclesiástico: “Hijo mío, cuando te acerques a servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes cuando te sobrevenga una desgracia” (2, 1-2).

Cuando la mayoría de la gente piensa en la Cuaresma, sólo puede ver las penurias que se soportan en estos 40 días. Pero se nos manda: “Rasguen los corazones y no los vestidos” (Jl 2, 13). En secreto, y en nuestra vida privada, debemos sacrificarnos sin quejarnos. En público, no debemos hacer alarde de nuestro ayuno; más bien, estamos llamados a ser instrumentos de la alegre invitación de Dios a todos los que nos rodean.

Cuando la gente nos vea esta Cuaresma, invitémosles a plantearse preguntas sobre la felicidad y sobre cómo es la verdadera plenitud. En un mundo a menudo hostil a la aceptación de la Palabra de Dios, estamos llamados a sembrar sus semillas silenciosa y amorosamente en los corazones de nuestro prójimo. Estamos llamados a ser portavoces de esa voz apacible y pequeña que nos lleva a la unión con nuestro Creador.

La revelación divina nos ha enseñado que hay mérito en el sufrimiento y la incomodidad porque el sacrificio definitivo de Cristo ganó para la humanidad una segunda oportunidad. A imitación de Jesús, esforcémonos por entregar nuestro corazón al corazón que fue traspasado por cada uno de nosotros.

En el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston