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 | Por el Obispo Jacques Fabre-Jeune

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo – Diciembre 2025

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Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

El tiempo de Adviento nos ha marcado un camino para prepararnos para la venida de Cristo y cada uno de nosotros emprende su propio viaje espiritual con sus altibajos. ¡Imaginemos, pues, las dificultades a las que se enfrentaron los Magos al trazar su ruta hacia un rey misterioso y anunciado! 

En este Adviento, se nos brinda la misma oportunidad de recorrer el camino de los Magos y se nos ha confiado un ministerio especial que encarna esta misión: el diaconado. Los diáconos permanentes se caracterizan por su servicio a la Palabra, a la liturgia y a la caridad. 

El diaconado nos sirve de ejemplo para proclamar la Buena Nueva, al igual que ellos proclaman el Evangelio en la Misa. Entonces, es el diácono quien nos recuerda que “vayamos y anunciemos el Evangelio del Señor”. Su ministerio sirve de eco a los ángeles que salieron a los campos de los pastores, en ese momento de sobrecogimiento y alegría, en el que gritaron alabanzas a la Encarnación de nuestro Dios como uno de nosotros. Al igual que los diáconos de nuestras parroquias, estamos llamados a evangelizar y a difundir la Palabra de Dios, especialmente a quienes no están familiarizados con Jesús. Nuestros diáconos son un ejemplo fiel de servicio para que la misión de Cristo se cumpla en el mundo.

Al acercarse la Navidad, es importante que recordemos lo bueno que es el Señor, porque así podremos anunciar el Evangelio del Señor con pasión y fuego. Como dijo el Papa Benedicto XVI: “Sólo si las personas cambian, el mundo cambiará; y para cambiar, las personas necesitan la luz que viene de Dios, la luz que tan inesperadamente [en la noche de Navidad] entró en nuestra noche”.

Por eso, nos preparamos para la celebración de esa noche humilde pero iluminadora, pues es nuestro deber “ir delante del Señor para preparar su camino” (Lc 1,76).

Les deseo a todos un bendito Adviento y una muy feliz Navidad. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias.

Con el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston