Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo - Enero 2023
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
La vida es una secuencia de nuevos comienzos. Todos los días de nuestra vida se nos da la oportunidad de acercarnos a Dios o alejarnos de él, por lo que es necesario que seamos intencionadamente virtuosos. Estamos llamados a la bondad habitual porque, una vez que los formamos, los hábitos son nuestras acciones por defecto cuando estamos en un aprieto o frente a una elección moral.
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
La vida es una secuencia de nuevos comienzos. Todos los días de nuestra vida se nos da la oportunidad de acercarnos a Dios o alejarnos de él, por lo que es necesario que seamos intencionadamente virtuosos. Estamos llamados a la bondad habitual porque, una vez que los formamos, los hábitos son nuestras acciones por defecto cuando estamos en un aprieto o frente a una elección moral.
En todo el mundo la gente celebra el 1 de enero haciendo un “propósito de Año Nuevo”. Les animo a utilizar esta tradición secular para el crecimiento espiritual. Esto nos ayuda a centrarnos en un área de nuestra vida en la que podemos progresar. Es fácil que el entusiasmo nos impulse a lograr estas metas al principio del año, pero se necesita una resolución interna de cambio, y la fuerza de nuestro Dios amoroso en forma de gracia para transformarnos verdaderamente.
En el santo sacrificio de la Misa, se nos pide que “elevemos” nuestros corazones, y los elevamos al Señor como una ofrenda de amor. También los elevamos en petición, pidiendo a Dios que nos dé un corazón nuevo y sano, el mismo corazón de Cristo. Le pedimos que podamos darlo todo para estar en comunión con él.
Es importante asistir a Misa con regularidad a lo largo del año, ya que la Eucaristía es nuestra fuente de renovación y alimento. Cuando rezamos el Padrenuestro y pedimos a Dios que nos dé el pan de cada día, estamos pidiendo una nueva oportunidad para glorificarlo, para emular a Cristo Jesús en la abnegación y para agradecerle su bondad y misericordia.
Los desafío a cada uno de ustedes a que se propongan diariamente levantar sus cruces, grandes y pequeñas, a imitación de Jesús, nuestra estrella guía, y a fortalecerse en los sacramentos que él instituyó para nosotros.
Les deseo a todos un bendecido y exitoso Año Nuevo, y ruego que aprovechen cada día como una fuente de renovación espiritual.
En el amor de Cristo,
Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS
Obispo de Charleston