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 | Por Excmo. Mons. Robert E. Guglielmone, DD Obispo de Charleston

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

A menudo, solo en retrospectiva podemos discernir las virtudes y los vicios que más predominan en nuestra vida. Al entrar en el año 2022, se nos invita a reevaluar el progreso de nuestros caminos individuales hacia la santidad en el Señor. Los seres humanos tienen una tendencia natural a buscar nuevos comienzos y a establecer buenos hábitos en lugar de los malos, normalmente en Año Nuevo, cuando la vida parece ofrecernos un nuevo comienzo. Aunque el número cambiante del calendario puede actuar como un maravilloso catalizador para la inspiración, debemos tener en cuenta que cada día es una oportunidad para el crecimiento y el cambio espiritual.

En la edición de este mes, nos centramos en algo que a menudo nos hace sentirnos incómodos al hablar con los demás: las cuestiones políticas que nos afectarán como cristianos en la próxima sesión legislativa estatal. Nuestra fe debe informar nuestras políticas y lo que apoyamos: no somos liberales ni conservadores. Somos simplemente católicos. También hablaremos del impacto que nuestros ministerios diocesanos están teniendo en todo el estado de diversas maneras, además de nuestro informe financiero anual sobre cómo se gastan las donaciones de ustedes aquí en la diócesis y lo que cubrimos. Lo más importante es que seguiremos presentando la Presencia Real de Cristo Jesús en la Eucaristía, con la cobertura de la Conferencia Eucarística Mariana.

Recuerden que se nos ha dado la gran oportunidad de un nuevo comienzo. Cristo vino al mundo para darnos una segunda oportunidad de vivir por y para Él. Y se nos proporciona una fuente constante de perdón y gracia mediante el don de los sacramentos.

Este año, les pido que recen cada día por la gracia necesaria para ser más santo.

Esta oración, que tiene una triple naturaleza, debe contener una petición de la misericordia del Señor, una declaración de fidelidad al camino individual de santidad ordenado por Dios para nuestra propia vida, y un acto de agradecimiento al Dios que abrió las puertas del cielo para nuestra salvación.

Juntos rezamos:

Dios, Padre nuestro, me arrepiento de todas las ofensas a ti y a mis hermanos. Te pido perdón y te doy todo mi corazón en amor. Con este nuevo comienzo, y encendida por tu misericordia, prometo llevar a cabo mi vocación con dignidad, iluminada solo por tu don de la gracia. Te agradezco la oportunidad de perseguir las metas que me he propuesto este año, y me propongo expresar mi gratitud en pensamiento, palabra y obra hoy y durante el resto de mi vida. Amén.

Rezo para que cada uno de ustedes tenga un Año Nuevo muy bendecido.

En la paz del Señor,

Excmo. Mons. Robert E. Guglielmone, DD

Obispo de Charleston