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 | Por Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS Obispo De Charleston

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

La temporada de las fiestas de fin de año suele traer consigo una sensación de renovación, un soplo de aire fresco. A muchos de nosotros se nos brinda la oportunidad de frenar el ajetreo de nuestra vida diaria y disfrutar de la compañía de la familia y los amigos con una comida bien cocinada. Nos sentimos satisfechos al recordar las bendiciones y los triunfos del año y esperamos un futuro brillante lleno de prosperidad, fuerza y amor.

Es fácil que nos sintamos agradecidos cuando nos invaden sentimientos y emociones cálidas, por lo que es un momento perfecto para inspirarnos en la fuente de la vida y la gracia: el regalo de Dios para nosotros en la santa Eucaristía.

La palabra Eucaristía significa “dar gracias”. Al participar de este misterio, al consumir el pan de vida, disfrutamos del don del sacrificio de Cristo, su cuerpo y su sangre. Estamos llamados a imitarlo haciendo una ofrenda de nosotros mismos en el amor. Es heroico dar, y dar las gracias. Cumplimos nuestra misión en la tierra en la servidumbre a Dios y al prójimo.

Esta edición de The Catholic Miscellany se enfoca en historias sobre la acción de gracias y la Eucaristía. Leeremos sobre una nueva misa en español en la iglesia de San Patricio, en Charleston, sobre las distintas vocaciones que tenemos en nuestras vidas y una entrevista especial con Martín Valverde del IX Congreso Católico de la Fe.

Al dar, compartimos nuestra alegría para encender la luz de la verdad en los corazones y las almas de aquellos con los que nos encontramos.

En agradecimiento, estamos unidos en el Cuerpo de Cristo. En la Eucaristía, encontramos la verdadera plenitud, felicidad y comunión con su familia.

Ofrezcamos este día de acción de gracias como una oración al dador de vida. Unimos nuestras alegrías y nuestras penas, nuestra comunión y la ausencia de los que nos han precedido, como oblaciones a quien nos da la fuerza para mantenernos en pie. Con cada aliento y fibra de nuestro ser, demos gracias a Dios por el don de sí mismo.

Que la paz del Señor esté con todos ustedes en esta temporada de Acción de Gracias. Doy gracias por cada uno de ustedes. 

En el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston