| Por Hna. Guadalupe Flores

El cuidado pastoral de los migrantes es el cuidado de Cristo

Carolina del Sur da la bienvenida anualmente a inmigrantes domésticos y trabajadores agrícolas de temporada para que traigan productos y otros bienes a nuestras tiendas de comestibles. De hecho, nuestro estado se encuentra constantemente entre los 10 primeros en cuanto a trabajadores traídos a los EE. UU. desde América Latina para el trabajo agrícola y la cosecha en general. Hombres y mujeres viajan aquí para trabajar en campos de tabaco en Pee Dee, campos de frutas en Lowcountry o cosechando duraznos en el norte del estado.

La mayoría proviene de México y la población es fuertemente católica. Debido a esto, tenemos deberes pastorales de cuidarlos y su bienestar espiritual mientras viven y trabajan aquí.

El Papa Francisco, recordando el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, que se celebrará el 25 de septiembre de este año, dijo: “La presencia de los migrantes y refugiados representa un enorme reto, pero también es una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Gracias a ellos tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande”.

La pastoral con el migrante será siempre extender las fronteras del corazón y de la mente. Sobre todo dejar a un lado los perjuicios que paralizan a las personas y demostrar que la presencia del otro es una maravillosa oportunidad de poder reconocer nuestras propias limitaciones y descubrir la belleza de la fraternidad en la diversidad, que nos invita a poder relacionarnos respetuosamente con el otro. Por lo tanto, lo que debemos tener presente al realizar nuestra pastoral con los migrantes es lo siguiente:

Primeramente - Cristo debe ser el centro porque siempre se ha mostrado muy caritativo con los migrantes. Esta actitud de Jesucristo nos impulsa a acompañar a todos los migrantes en las dificultades que puedan tener en su peregrinar. Por lo que Cristo nos desafía a cada uno de los cristianos a responder con generosidad y buena voluntad a cualquier problema que esté enfrentando un migrante. Como lo hizo el buen samaritano que desinteresadamente ayudó a un hombre desconocido y desamparado a curar y sanar sus heridas. De esta manera le demostró su solidaridad sin tomar en cuenta su origen. El samaritano mostró su sensibilidad y amor al hermano que tanto lo necesitaba en ese momento (Lc 10, 30-35).

Segundo - Tener una visión de Fe. Nuestra Iglesia peregrina siempre ha visto en los migrantes la imagen de Cristo cuando dijo: “Estaba de paso, y me alojaron” (Mt 25, 35). Así como todas las dificultades de un migrante son una interpelación a nuestra fe, el amor que cada uno de los creyentes siente los llama a sanar los males que brotan de las migraciones y, de esta manera, saber descubrir el designio de Dios en estas realidades.

Por último - Al ver a Cristo como “extranjero”, todo cristiano debe saber contemplar el rostro de Cristo en el migrante. Más que al prójimo, debe ver el rostro de Cristo, que nació en un pesebre y como extranjero huye a Egipto, asumiendo su condición de migrante y haciendo propio esta fundamental experiencia de su pueblo peregrino (Mt 2, 13).

Por lo tanto, todos los agentes pastorales deben tener un profundo compromiso con los migrantes en nuestra Iglesia y sociedad. Todos los laicos estamos llamados a comprometernos con la causa de los migrantes, y dar un testimonio de vida cristiana acompañándolos en todas sus necesidades en este peregrinar que les toca vivir. Frente a esta realidad, Jesús caminaría con los migrantes ayudándolos a tener esperanza en medio de las incertidumbres que les toca vivir. Para concluir me gustaría retomar el texto de Mateo que nos invita a ver en cada uno de los migrantes la presencia de Cristo cuando nos dice: “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25, 35-36).


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.