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 | Por Obispo Jacques Fabre-Jeune

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo – Octubre 2024

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Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Este mes de octubre celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, cuando reconocemos nuestra responsabilidad común de apoyar la evangelización de las personas en todo el mundo. También dedicamos el mes al santo rosario. Quiero compartir una reflexión sobre la vida de Santa Teresa de Lisieux, cuya fiesta celebramos el día primero, porque su vida es un testimonio de la importancia de la oración en el discipulado misionero.

A primera vista, la hermana Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (Thérèse de l'Enfant Jésus et de la Sainte Face) vivió una vida simple, anclada en una pequeña comunidad carmelita de clausura en el noroeste de Francia. Sin embargo, su vida estuvo lejos de ser ordinaria, y su devoción a María y al rosario llevó a muchas personas a vivir en la fe, incluso a aquellas que nunca conocería.

En su autobiografía, Historia de un alma, Santa Teresa compartía a menudo cómo quería ser misionera para Cristo en cada rincón del mundo. Se correspondía con sus hermanos misioneros, ofreciéndoles palabras de aliento, así como los sufrimientos que ella misma soportaba. En una ocasión, escribió a uno de ellos: "Ofrezco cada paso por algún misionero que, lejos, está agotado por su trabajo en favor de las almas; ofrezco mi agotamiento para aliviar el suyo".

Queridos seguidores de Cristo, ustedes trabajan como abejas en sus vidas diarias para proveer a sus familias y construir la sociedad. Les pido que recuerden la tarea más importante que tienen ante ustedes: también ustedes están llamados a orar, ayunar y ofrecer buenas obras para establecer la Iglesia de Cristo en el corazón de cada nación. Ninguna oración es demasiado pequeña ni dicha demasiado en silencio como para no ser escuchada por el Dios vivo y su Madre.

Les insto a que recen el rosario todos los días, imitando a esta gran santa misionera. Teresa sabía que a través de María, todas las personas pueden llegar a conocer a su Hijo.

"El rosario es una larga cadena que une el cielo y la tierra", escribió Santa Teresa. "Un extremo está en nuestras manos y el otro extremo está en las manos de la Santísima Virgen".

Honremos a nuestra Madre María, y pidámosle su protección para nuestros hermanos y hermanas que dedican sus vidas a compartir el Evangelio en todo el mundo con nuestros vecinos.

En el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston