Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo – Mayo 2024
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Como católicos, dedicamos el mes de mayo a la Bienaventurada Virgen María, nuestra madre. Quiero hablar del papel de María en nuestras vidas cuando trabajamos y participamos en nuestros barrios y comunidades.
María está comprometida con nuestro bienestar. Es una guía vigilante y defensora en cada momento de nuestras vidas porque somos sus hijos adoptivos. Se alegra de nuestros logros y se entristece por nuestras limitaciones. Es importante que, mientras realizamos las tareas de la vida cotidiana, la invoquemos para que presente nuestras buenas obras a su Hijo santísimo.
María cuidó de San José mientras trabajaba a diario como carpintero y criaban juntos al pequeño Jesús. Nos apoya como lo hizo cuando Cristo comenzó su ministerio terrenal. Tiene un amor silencioso y tranquilizador por cada uno de nosotros y nos llama a realizar grandes cosas.
El ejemplo más claro en su propia vida fue durante las bodas de Caná, donde le dijo a Jesús: “No tienen vino”. Llamó a los que servían y les dijo: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 3-5). Cada día, María está a nuestro lado y nos susurra al corazón que cumplamos la misión de su Hijo, nuestro Señor, lo mejor que podamos y según nuestras propias singularidades en la vida. Y escuchamos a nuestra Madre, como Jesús la escuchó y realizó un milagro.
Sabemos que el trabajo tiene una gran dignidad y es nuestra vocación. Respondamos a nuestra llamada con la ayuda de la mayor defensora imaginable ante el trono de Dios. Dediquemos todo lo que hacemos a la gloria de Dios, a Jesús por María.
Como expresó tan profundamente san Marcelino Champagnat, fundador marista: “Sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque María tiene siempre a su adorable Hijo entre sus brazos o en su corazón”.
En el amor de Cristo,
Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS
Obispo de Charleston