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 | Por Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS Obispo De Charleston

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo - Febrero 2023

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

El amor de Dios por nosotros es nuestro primer amor: se extiende más allá del tiempo y espacio. Es motivo de gran consuelo y alegría que nuestro destino consista en ser amados por Dios. Incluso antes de que fuéramos concebidos, Dios nos conocía y nos amaba tanto que estuvo dispuesto a enviar a su único hijo a morir por nosotros. Tuvo en cuenta a cada uno de nosotros mientras creaba el universo con perfecto orden y precisión. Sabía que algún día podríamos encontrar y observar todas las cosas buenas que creó para nosotros.

Dios sabe que, para amarnos, nos permitirá elegirlo y rechazarlo libremente. Sin embargo, Él nunca deja de perseguir nuestros corazones, incluso cuando elegimos separarnos de Él por el pecado. Cuando caemos, espera con impaciencia que lo acojamos en nuestros corazones por la gracia, para que podamos encontrarlo en su perfecta misericordia. ¿Qué amor más grande puede existir?

En la oración, comulgamos con Aquel que siempre nos amará, y en la Misa y en la adoración, lo vemos cara a cara. Esta es la belleza de nuestra fe, donde lo divino se hace presente entre nosotros.

A veces, los negocios y las distracciones de la vida cotidiana nos hacen olvidar la abundancia de amor que Dios nos tiene. En este mes de la Sagrada Familia, nos dio un ejemplo concreto de cómo podemos amar a quienes nos rodean. El ejemplo perfecto de amor fiel compartido entre San José y Nuestra Señora es una fuente de inspiración para cada uno de nosotros al vivir nuestras vocaciones.

No importa quién seas, ni de dónde vengas, siempre podrás encontrar reposo en el Sagrado Corazón de Cristo. Este amor puede transformarnos de verdad, en cuerpo y alma, en aquello para lo que siempre fuimos creados. En palabras del Papa Benedicto XVI, “Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón, entonces nosotros podremos cambiar el mundo. Ese es el secreto de la auténtica felicidad”.

El Papa Francisco nos recuerda que el amor “se alegra de ver crecer a los demás… nos saca de nosotros mismos y crea lazos de compartir y de comunión”.

Los invito a redescubrir lo ilimitado del amor de Dios por nosotros a través de la oración, contemplación y recepción de los sacramentos. Que el amor de Cristo, que venció al mundo, transforme y encienda sus vidas.

Sagrada Familia, ¡ruega por nosotros!

En el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston