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 | Por Obispo Jacques Fabre-Jeune

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo – Enero 2025

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Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

San Tomás Moro escribió una vez que preferiría tener “el conocimiento unido a la virtud que todos los tesoros de los reyes”. A medida que la prisa de las festividades de Navidad y Año Nuevo se desvanece, es fácil que nos concentremos en los muchos recuerdos del año que ha pasado. Estos recuerdos son una combinación de momentos de alegría y tristeza.

Es fácil fijarnos en cómo estos pensamientos nos hacen sentir, pero los ánimo a que se pregunten: “¿Qué aprendí el año pasado y cómo puedo aprender más?” Como cristianos católicos, debemos sentirnos inspirados a buscar el conocimiento de nuestro Padre celestial con el celo e inocencia de un niño.

Me gustaría que consideraran que todo conocimiento y aprendizaje proviene de Dios. Él es el único ser omnisciente que comprende el vasto diseño de nuestra vida, mientras que nosotros sólo alcanzamos a ver una maraña de hilos. Pero esto no debe preocuparnos porque Él nos enseñó a interpretar y persistir a través de los altibajos de nuestra vida diaria. Jesús dijo en el Evangelio de Mateo: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para ustedes” (11,29).

Es más fácil retener lo que hemos leído y oído en el Evangelio repitiéndolo. Como dice el antiguo adagio romano, “La repetición es la madre del aprendizaje”. Dios quiso que su palabra y mensaje fueran compartidos por aquellos que creen.

A medida que comenzamos nuestro año de evangelización Proclamar la Fe con Via Fidelis, les animo a mantenerse comprometidos con el aprendizaje sobre Dios, pues solo podemos amar verdaderamente a Él y a nuestros hermanos y hermanas a través de la oración y el diálogo pacífico. Recuerden que sólo tenemos una vida para vivir.

Como Iglesia, el Cuerpo de Cristo, seguiremos utilizando los siete dones del Espíritu Santo y el amor de Cristo para fomentar y preservar la dignidad de todas las personas, desde el vientre hasta la tumba, sin distinción de raza, credo, estatus o lugar de nacimiento. Cada persona ha sido creada a imagen de Dios y, por lo tanto, es un hijo o hija de Dios. Para nosotros, los creyentes, nuestro prójimo es un hermano o hermana al que debemos amar.

Comprometámonos a llevar nuestros dones al Hijo de Dios mientras conmemoramos el viaje de los Reyes Magos en la Epifanía y más allá.

Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias abundantemente en 2025.

Con el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston