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 | Por Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS Obispo de Charleston

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo - Marzo 2024

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Este mes de marzo, no sólo recorremos gran parte del tiempo de Cuaresma, sino que también celebramos la Pascua el último día del mes. Como sabemos, durante la Cuaresma debemos rezar, ayunar y dar limosna, quería ofrecer una breve reflexión sobre el primer pilar: la oración.

San Juan Damasceno define la oración como “la elevación de la mente y el corazón a Dios o la petición de cosas buenas a Dios”. En la oración, hablamos con nuestro Creador, que conoce todos los deseos y preocupaciones de nuestro corazón. En las relaciones humanas, cuando amamos a alguien, nos comunicamos con el otro y aprendemos a conocerlo. Cuando reservamos tiempo para la oración, nos abrimos a escuchar la voz de la persona que mejor nos conoce y se nos revela, no en el terremoto ni en el fuego, sino en la luz y el sonido silencioso (1 Rey 19, 12).

Aunque el Señor es infinitamente poderoso y grande, sigue esperándonos con anticipación para que le tendamos la mano y compartamos con él las cargas y alegrías de nuestro día. Cuando nos encontramos solos o angustiados, siempre podemos contar con la presencia de Dios para que nos escuche y nos consuele. Podemos vislumbrar su plan perfecto para cada uno de nosotros abriendo nuestros corazones para escuchar su voz que nos guía.

En general, existen cuatro tipos de oración. La primera es la adoración, en la que contemplamos al Señor con admiración y meditamos sus sagrados misterios. En la segunda, la contrición, reconocemos nuestra fragilidad humana y pedimos perdón a Dios. La tercera, la acción de gracias, consiste en dar gracias a Dios por todo lo bueno que nos ha concedido. La última forma es la súplica (o petición), en la que pedimos a Dios lo que necesitamos en nuestras vidas.

Les animo a que, mientras ayunan y ofrecen penitencia como hizo Cristo en el desierto, confíen en el poder de la oración. En palabras de San Pablo a los Romanos: “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (8, 31).

Que el Señor Jesucristo los fortalezca y acompañe en esta Cuaresma, y unidos en oración, adorémosle y demos gracias por nuestro Rey Salvador resucitado.

En el amor de Cristo,

Excmo. Mons. Jacques Fabre-Jeune, CS

Obispo de Charleston