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 | Por el Dr. Mike Martocchio

La Eucaristía: Más de lo que parece

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Los de cierta generación estamos familiarizados con una popular franquicia de juguetes, programas de televisión y películas que habla de su tema principal como “más de lo que parece” (“more than meets the eye”). Sé que muchos de ustedes han cantado esa frase en su cabeza al leerlo, pero para el resto, nos referimos a Transformers. Pero la idea de que algo es más de lo que parece no es sólo una noción ficticia limitada a los cómics y los programas infantiles. Es un hecho de la vida, y es un elemento esencial de nuestra fe y de cómo la vivimos.

La expresión es una forma adecuada de describir los sacramentos, especialmente en nuestra consideración de la Eucaristía. La Presencia Real desafía nuestra sensibilidad. En lugar de ser una negación de la sensibilidad, también la abraza, ya que la apariencia externa del pan y vino hacen que la presencia de Cristo sea tangible y esté disponible para nosotros. 

La verdad de fe de la transubstanciación es una forma filosófica de decir que las apariencias externas (el término que usamos es “accidentes”, lo que significa que lo que parece no es esencial a su naturaleza) de la Eucaristía son distintas de la verdadera realidad interna. 

Lo “que es” (el término que utilizamos es “sustancia” o forma real) se ha transformado en algo nuevo. Ahora hay un elemento de misterio porque lo que se experimenta es más de lo que encontramos con nuestros sentidos, aunque el encuentro se produzca a través de ellos. Esta combinación de lo tangible y lo que lo trasciende es reflejo de la Encarnación, la naturaleza aparentemente paradójica por la que Cristo, que aparece como un ser humano, nos da acceso a lo divino, más que a su apariencia externa.

Este carácter de “más de lo que parece” de la Eucaristía se extiende a algo más que el acontecimiento que llamamos transubstanciación; también es cierto de los efectos de la Eucaristía. Hemos mencionado en numerosas ocasiones la gracia transformadora del cuerpo de Cristo. Sin embargo, vale la pena reiterar que, al recibir la Eucaristía, también nos convertimos en “más de lo que parece”. Recibimos la presencia del Señor y estamos llamados a llevarla al mundo, aunque esto no sea inmediatamente perceptible para los demás, quizá ni siquiera para nosotros mismos. 

Recuerda que la Eucaristía nos enseña que los signos exteriores dan acceso a la realidad interior. El efecto transformador de la Eucaristía cambia nuestra forma de ver el mundo. La visión eucarística, o sacramental, nos ayuda a mirar más allá de las apariencias externas y a encontrar la verdad que subyace. Cambia nuestra forma de ver a los demás y a nosotros mismos al iluminarlos con una nueva luz. Esta nueva luz conlleva implicaciones éticas a la hora de responder a la presencia de Cristo y a la imagen a veces oscurecida de Dios que encontramos en los demás. Esta nueva forma de ver lleva a una nueva forma de hacer. Nuestras acciones externas como cristianos son reveladoras de lo que hay debajo de lo externo, dando expresión tangible al profundo y generoso amor de Dios de una manera que en última instancia se nutre de la Eucaristía.

Nuestros actos externos, a su vez, pueden tener un efecto transformador en los demás, ya que damos testimonio del don transformador de la Eucaristía a todos los que encontramos.

La Eucaristía nos da la visión y la fuerza para participar en la obra del Señor como “transformadores” del mundo.


El Doctor Michael Martocchio es el secretario de evangelización y director de la Oficina de Catequesis e Iniciación Cristiana. Escríbele un correo electrónico a mmartocchio@charlestondiocese.org.