| Por Hna. Guadalupe Flores

Con el bautismo de Jesús, nacemos en el Espíritu

Todos nosotros como Iglesia celebramos el bautismo del Señor. Esta es una fiesta muy importante porque con este hecho concluimos el ciclo de las fiestas de Navidad en la que hemos conmemorado el nacimiento del niño Jesús, nuestro salvador. Iniciamos la reflexión a la vida pública de Jesús con su bautismo en el Jordán.

El bautismo de Jesús es un signo del amor de Dios, que vino para redimirnos de nuestros pecados. No podemos dejar de mencionar que San Juan el Bautista (el patrón de la Diócesis de Charleston), exhortaba a la conversión, pidiéndonos arrepentimiento de nuestros pecados. En cambio, Jesús, sin ser pecador, acude al Jordán a recibir el bautismo de Juan para unirse a nosotros y mostrarnos el misterio de su abajamiento por el gran amor que nos tiene.

Jesús, siendo Dios, se hizo hombre para compartir su vida con nosotros. Él bajó hasta las aguas del Jordán para solidarizarse con los seres humanos, compadeciéndose de nuestros pecados y llevarnos a Dios.

El Evangelio de San Marcos nos habla sobre el bautismo de Jesús. Exactamente en el momento de su bautismo, el Padre dice: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Mc 1, 11). Dios nos hace una invitación para reconocer su Hijo y, por él, al Padre.

De la misma manera en el Antiguo Testamento, en el libro de Isaías se cumple la profecía. Es la misión que Dios creó para su Hijo desde el inicio cuando dice: “Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé … para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas” (Is 42, 6-7).

En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas, refiriéndose al bautismo de Jesús, nos dice: “Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él (10, 37-38).

Celebrar la fiesta del bautismo de Jesús también es una invitación a la contemplación de la obra redentora del Hijo de Dios que se extiende hasta nosotros desde el momento en que somos bautizados. Es cuando recibimos, de una manera muy especial, al Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios por adopción y nos sumerge en el Misterio Pascual de Cristo. Muere el hombre viejo y pecador para dar paso al hombre nuevo para vivir una vida con Dios.

“Nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor”, como nos dice el Papa Francisco, "ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre nuevo, recreado en Jesús” (audiencia general, abril del 2018).

Por tanto, es muy importante recordar y celebrar la fiesta del bautismo de Jesús. Nos recuerda nuestro propio bautismo puesto que es la puerta de entrada de nuestra fe, que nos lleva a una vida en comunión con Dios y Cristo y su propia Iglesia. “El santo bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu (vitae spiritualis ianua) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 1213).

En realidad, esto es lo que el bautismo realiza: nos introduce a la vida de Dios, haciéndonos hijos de Dios y coherederos de la vida eterna, abriéndonos las puertas para ingresar a la comunidad de la Iglesia como hijos de Dios.

Cruzar la puerta de la fe, es decir, celebrar el bautismo, es un caminar que nos lleva a un compromiso de toda la vida. Tenemos que tomar en cuenta que el bautismo no es sólo un momento de nuestras vidas sino un caminar de fe de toda la vida. Debemos esforzarnos cada día para vivir una vida santa y agradar a nuestro Padre.

El bautismo es algo maravilloso! Por la fuerza del Espíritu Santo, nos va haciendo hijos de Dios como Cristo Jesús.

Por tanto, el día en que celebramos el bautismo de Jesús –8 de enero de este año– es el momento en que cada uno de nosotros debemos renovar nuestro compromiso bautismal y agradecer el don de la fe que nos han transmitido nuestros padres y padrinos. 

En su homilía de 2023, el Papa Francisco agradeció a los padres:

“Queridos padres, gracias por traer aquí a sus hijos para hacerlos entrar en la Iglesia. Esto es bueno porque no olvidamos cuando fuimos bautizados, es como un cumpleaños porque él bautismos nos hace renacer a la vida”.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.