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 | Por Steve and Bridget Patton

Ella dice: Deberíamos hablar con nuestra hija sobre el hombre con el que está pensando casarse

No creemos que este hombre sea adecuado para ella; Es nuestro deber plantear nuestras preocupaciones

 

Él dice: Me preocupan las muchas formas en las que esto podría salir mal

Yo también estoy preocupado, pero esto podría ser contraproducente tanto si se casa con él como si no.


La conveniencia de hablar con su hija depende de la naturaleza de sus preocupaciones y de la disposición de ella a escucharlos. Dividamos sus posibles preocupaciones en tres categorías.

En primer lugar están las cuestiones de preferencia.

Puede tratarse de su origen social, temperamento o su educación. Por ejemplo, podrían pensar que está demasiado por debajo de ella ("ella podría conseguir algo mejor") o demasiado por encima ("es un esnob").

Si estas son sus preocupaciones, no digan nada. Si les pregunta qué piensan, digan algo como: "Bueno, honestamente, si viviéramos en un mundo de matrimonios concertados, él no sería nuestra primera opción. Pero no es así y, además, ¿qué sabemos nosotros? Si tu instinto dice que sí, hazle caso".

En segundo lugar está la preocupación por la disparidad de religión o de valores vitales.

Aunque la Iglesia Católica oficialmente prefiere que los católicos se casen con otros católicos, también permite que se casen con no católicos. En cuanto a la disparidad de valores vitales -digamos, por ejemplo, que a su hija le encantan las cosas elegantes mientras que su novio quiere vivir en una choza- la Iglesia no tiene nada que decir, salvo que si se casan, es para toda la vida. ¿En qué situación queda ella?

De nuevo, si no ha preguntado, probablemente sea mejor no decir nada. Si se les pregunta, digan algo como: "Sí, nos preocupa la posible tensión y división. Pero queremos que seas feliz, y por eso también queremos que seas realista".

En tercer lugar están las preocupaciones sobre el comportamiento adictivo o abusivo.

En esta categoría, incluimos no sólo el abuso de sustancias, sino también patrones relacionales como el acoso físico o verbal, los tratamientos silenciosos, la manipulación, la coerción, etc. ¿Deberían plantear estas preocupaciones?

Sí. Ya sea que les pida su opinión o no, estas preocupaciones afectan su capacidad para formar una unión matrimonial. Pero háganlo con la mayor ternura y amor, también con la distancia adecuada de saber que al final, esta no es su batalla.

En resumen, intenten ser como Dios. Él quiere que sus hijos tomen buenas decisiones, pero nos deja tomar malas e incluso horribles. Lo que importa es que, siempre que tomamos esas decisiones, él está allí del otro lado para recibirnos, amarnos y ayudarnos a encontrar sanación y esperanza.


Steve y Bridget Patton tienen maestrías en teología y consejería y servir como ministros de vida familiar en la Diócesis de Sacramento.

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