| Cristina Umaña Sullivan

La reina de todo lo creado

¿Por qué es necesaria su coronación si María ya está participando de la gloria del cielo?

La celebración de la coronación de Nuestra Madre del Cielo como reina de todo lo creado es una de las fiestas que también se recuerdan en los misterios del Rosario, siendo esta el 5º misterio glorioso. Sin embargo, imaginar y comprender el significado de esta fiesta puede ser una tarea ardua puesto que nuestros ojos humanos y nuestra imaginación no pueden esbozar lo que sucedió durante este momento glorioso.

¿Por qué es necesaria su coronación? Es una pregunta muy válida. Para comprender este suceso es clave recordar que la creación entera fue hecha para Jesucristo, para que Él fuera el Rey del Universo, para que todo lo creado le brinde honor y gloria siendo lo que cada quien fue creado para ser. Entonces, si todo lo creado tiene como fin último que Cristo sea glorificado, la primera persona que vivió esta realidad en cuerpo y alma fue María.

Ella fue la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio de su encarnación hasta el final de su vida mortal en la Cruz, y después durante su resurrección gloriosa. Con su presencia a los pies de la cruz, ella coopera con su Hijo en la liberación del género humano de las consecuencias del pecado.

En María se cumple la promesa que dice que “el que se humilla será ensalzado” (Lc 14, 11), pues su respuesta a la divina voluntad siempre ha sido “He aquí la esclava del Señor” (Lc 1, 38). Por todo lo anterior, Dios Padre la corona y celebra su perfecta obediencia.

Además, María es la Madre de Dios hecho hombre, del Mesías, del rey Universal. La grandeza de Cristo le concede a María una grandeza igualmente singular. Santa Isabel fue la primera que verbalizó y reconoció dicha grandeza al exclamar “bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42).

El reino del que María es coronada es el mismo que pedimos en cada Padre Nuestro al decir “venga a nosotros tu reino”. Es el reino en el que Cristo gobierna por su naturaleza y María por designio divino. El anuncio del reinado de Cristo hecho por parte del Ángel Gabriel a María la convierte a ella en reina Madre, pues su íntima relación con su Hijo le concede la misma majestad.

Esa estrecha relación entre madre e hijo le transfiere el señorío a María, y además es la razón por la que ella goza de la autoridad para dispensar de todos los tesoros del reino de los cielos. San Juan Pablo II nos recordó que “Ella es Reina no sólo por ser la madre de Dios, sino porque cooperó en la obra de la redención del género humano”.

Su papel de corredentora es una alegría para nosotros porque podemos acudir a Ella al momento de necesitar la gracia divina. Lo anterior se debe a que una vez asunta al Cielo, ella se asocia al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del reino de los Cielos participando activamente en la difusión de la gracia divina en el mundo. Ella sigue participando en la obra de la salvación que su Hijo lleva a cabo, pues sigue manteniendo su fiel “sí” a la voluntad divina.

Que esta fiesta sea la oportunidad para que estrechemos nuestra relación con la Reina de todo lo creado. Acerquémonos con la confianza de que nos escuchará como nuestra madre, y nos concederá las abundantes gracias y favores que Dios nos quiere proporcionar, siendo Él el Rey del Universo. Respondamos con sinceridad: ¿qué tan conscientes somos de la grandeza de nuestra Madre del Cielo? ¿Qué tanto creemos en la soberanía y majestad de Cristo y de María sobre todo lo creado?

Abramos nuestros corazones y en especial nuestras almas, para experimentar el reino de los cielos desde ahora, y permitamos que Jesús y María encuentren un trono en nuestro castillo interior.


Cristina Umaña Sullivan es socióloga cultural que se ha dedicado a la evangelización por más de 10 años con especialidad en Teología del Cuerpo y creación de identidad desde la perspectiva cristiana. Envíele un correo electrónico a fitnessemotional@gmail.com.