| Por Hna. Guadalupe Flores

La oración como camino espiritual

En este mundo contemporáneo, ponemos todo nuestro tiempo y energía en satisfacer nuestras necesidades materiales y dejamos de lado el aspecto espiritual, que es nuestra relación con Dios. Por lo cual, me gustaría reflexionar sobre algo que tiene que ser muy importante en nuestras vidas: nuestra relación con Dios a través de la oración, modos de orar y formas de oración.

La oración, según Santa Teresa del Niño Jesús, es: “Un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de agradecimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2558). Al mismo tiempo, la oración es un diálogo con Dios desde lo más profundo de nuestro ser, que nace de la necesidad de comunicarnos con nuestro Padre, para tener una relación cercana e íntima con nuestro creador. Por ejemplo, para mí, la oración es un diálogo abierto y directo de amor con Dios, nuestro Padre. Porque él siempre está dispuesto a escucharme, a acompañarme en cada momento y en diferentes circunstancias de mi vida, sin recriminarme, ni mucho menos juzgarme. 

La oración tiene que ser algo esencial para poder comunicarnos con nuestro Padre. Es muy importante tener una continua relación con Dios para poder nutrir nuestro espíritu y nuestra fe; de esta manera, obtendremos la convicción de que Dios está presente escuchándonos y hablándonos; si no logramos llegar a esto, nuestra oración no tiene sentido.

La oración tiene que ser la base de nuestra fe porque nos dirigimos a alguien que no vemos y no podemos tocar, pero por nuestra fe, podemos sentirlo y saber que somos escuchados.

La oración tiene que ser imprescindible para poder sentir la gracia de Dios. Por tanto, es necesario dar prioridad a nuestra manera de relacionarnos con Dios. El Evangelio de Mateo nos dice: “Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará” (Mt 6:6). Por lo cual quien no ora, no tiene una relación con Dios y está alejado de su presencia.

Modos de orar

La tradición católica reconoce tres modos fundamentales de vivir y expresar la oración, son:

  1. La oración vocal es la expresión verbal que se utiliza para relacionarse con Dios. Estas oraciones están aprobadas por la Iglesia, y algunos ejemplos son el Padre Nuestro, que Cristo mismo nos ha dejado (Mt 6, 13-19), el Ave María y la Liturgia de las Horas. 
  2. La meditación es una forma de oración en la que intentamos entender la revelación de Dios en las verdades de nuestra fe. El Papa Francisco dice: “La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar los misterios de Cristo”.
  3. La oración contemplativa es una oración sin palabras donde intervienen la mente y el silencio. Por lo que “La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un amor silencioso. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio” (CIC 2724).

Estos tres modos de oración nos ayudan a practicar y vivir diferentes modos de orar. De esta manera, tendremos una relación más íntima con Dios; diremos, como decía San Juan María Vianney, Cura de Ars: “Yo le miro y él me mira” (CIC 2715).

Tipos de oración

Existen diferentes tipos de oración para poder comunicarnos y acercarnos más íntimamente a nuestro Padre; estos son:

  1. La oración de bendición o adoración es una oración donde se pide a Dios una bendición por una persona que está necesitada y lo está pidiendo. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CIC 2626). 
  2. La oración de petición se refiere a nuestra necesidad de Dios; por esta razón, nosotros debemos pedir su ayuda en todo momento y circunstancia. El Espíritu Santo es el que nos impulsa a pedir siempre al Padre por lo que necesitamos; él nos escucha y “nos concede lo que le pedimos” (1 Jn 3, 22).
  3. La oración de intercesión consiste en interceder ante el Padre para pedir un bien para otra persona y es nuestro deber como cristianos interceder por todos. Esto lo podemos fundamentar en la persona de Cristo, que siempre fue y es el intercesor de todos, incluyendo a sus enemigos. Esto lo vemos en San Esteban, que intercedió por los que le ejecutaban a causa de Cristo (Hch 7, 59-60).
  4. La oración de acción de gracias consiste en agradecer a Dios por todas las bendiciones que recibimos diariamente y, de una manera especial, lo hacemos en la Eucaristía. Por lo que; “La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es” (CIC 2637).
  5. La oración de alabanza consiste en expresar desinteresadamente la gloria de Dios, y esta puede ser expresada con cantos de alabanza y oraciones de agradecimiento por todo lo que hemos recibido de él. El Catecismo nos dice: “La oración de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; canta para Él y le da gloria no sólo por lo que ha hecho sino porque ÉL ES” (CIC 2649).

Los diferentes tipos de oración son otra manera de expresar nuestras necesidades ante Dios porque él siempre está dispuesto a escucharnos.

En conclusión, la oración nos acerca a Dios y es nuestra arma infalible para luchar contra el mal. Los modos de orar son el camino para llegar a una relación íntima y transparente con Dios; al igual que las formas de oración nos ayudan a expresar de diferentes maneras nuestra necesidad de relacionarnos con Dios en nuestra vida diaria. Por lo que la oración debe darnos paz y alegría. Como decía San Juan Pablo II: “El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar”.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.