Epifanía, la revelación del Hijo de Dios a la humanidad
Nuestro calendario litúrgico tiene muchos momentos para celebrar y vivir el Misterio Pascual. Uno de ellos es la Epifanía del Señor, cuando los tres reyes magos encuentran al niño Jesús para adorarlo y presentarle sus regalos. Por lo tanto, no podemos pasar sin detenernos a reflexionar de una manera muy especial sobre la Epifanía del Señor, que marca el cierre del tiempo de Navidad e iniciamos una nueva etapa de búsqueda de Dios en nuestras vidas.
Nuestro calendario litúrgico tiene muchos momentos para celebrar y vivir el Misterio Pascual. Uno de ellos es la Epifanía del Señor, cuando los tres reyes magos encuentran al niño Jesús para adorarlo y presentarle sus regalos. Por lo tanto, no podemos pasar sin detenernos a reflexionar de una manera muy especial sobre la Epifanía del Señor, que marca el cierre del tiempo de Navidad e iniciamos una nueva etapa de búsqueda de Dios en nuestras vidas.
La Epifanía es el momento en que el Hijo de Dios se revela a la humanidad; eso es lo que celebramos el 6 de enero, cuando los tres Reyes Magos van en busca del Niño Jesús para adorarlo. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo” (528).
En la Epifanía, recordamos la llegada de los tres Reyes Magos a la morada de Jesús, guiados por una estrella, reconociéndole como el Hijo de Dios hecho hombre y que habita entre nosotros. Esto nos lleva a reconocer la dimensión misionera de los tres reyes magos que salen de su comodidad para ir en busca de Jesús, sin importar el tiempo y las dificultades que tuvieron que enfrentar durante su travesía en busca de Jesús.
Del evangelio de Mateo, “Unos magos de Oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: ‘¿Donde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo’. … [Lo] encontraron [y] volvieron a su tierra por otro camino” (2,2-12). De la misma manera, San Juan Pablo II, refiriéndose a los reyes magos, dijo: “Su camino no conduce a Jerusalén o Belén, sino a Dios, a ese Dios que es invisible, aunque se revela a través de lo visible. Los tres Reyes Magos fueron llamados a ser testigos de esto, que en la revelación de lo invisible es el culmen y el límite. Dios se reveló como hombre, se hizo hombre”.
Los tres Reyes Magos le traen regalos significativos para ofrecerle a Jesús que son: oro, incienso y mirra.
El oro
Es un metal precioso muy codiciado por todos por su valor monetario. Desde la antigüedad, el oro ha representado el poder económico de los países que lo poseían para un intercambio comercial. Asimismo, era un ornamento de los reyes que lo utilizaban en su vestidura, reflejando su poder y dominio ante los demás. En la biblia no encontramos referencias sobre el significado de este elemento, pero sí algunos pasajes donde se menciona que los ídolos paganos estaban construidos de oro. El libro del Éxodo nos dice: “Entonces todos se quitaron sus aros y se los entregaron a Aarón.
Él recibió el oro, lo trabajó con el cincel e hizo un ternero de metal fundido. Ellos dijeron entonces: ‘Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto’”” (32,3-4). En cambio, el regalo del oro que le entregaron al niño Jesús tiene un significado profundo de revelar la Divinidad de Dios encarnado.
El incienso
Es una resina que cuando se quema, da una fragancia agradable al ambiente, y por eso se utilizaba para rendirle culto a los ídolos y como ofrenda a Dios. En el libro del Éxodo, el Señor dijo a Moisés: Consigue las siguientes sustancias aromáticas en cantidades iguales: resina, ámbar, gálbano perfumado e incienso puro, mezcla todo eso, como lo hace un fabricante de perfumes, para hacer un perfume salado, puro y santo”” (30,34-35). Por tanto, es otro de los elementos que los Reyes Magos presentan a Jesús, para mostrarle su reverencia. El Papa Francisco dijo: “El incienso, que simboliza la relación con el Señor, la oración, que como un perfume sube hasta Dios. Pero, así como el incienso necesita quemarse para perfumar, la oración necesita también “quemar” un poco de tiempo, gastarlo para el Señor. Y hacerlo de verdad, no solo con palabras”.
La mirra
Según el diccionario Larousse, “proviene del latín myrrha. Resina de goma aromática y medicinal, procedente de un árbol que crece en Arabia y Abisinia”. Por lo que la mirra que los Reyes Magos le llevaron al niño Jesús es para reconocer su humanidad como hombre y que después entregaría su vida por la humanidad. Desde la antigüedad, la mirra tenía muchas funciones; se la utilizaba para elaborar perfumes, inciensos, ungüentos y medicinas. Asimismo, se utilizaba para preservar a los difuntos y, en la época del Imperio Romano, lo utilizaban para anestesiar a los enfermos y a los condenados a muerte. De igual manera, utilizaron la mirra para poder ungir el cuerpo de Jesús, como era la costumbre de los judíos para enterrar a sus muertos (Jn 19,39-40).
El oro que recibió Jesús fue un reconocimiento de su realeza, el incienso mostró que es Dios y la mirra muestra su humanidad.
Los regalos que los Reyes Magos le presentaron al niño Jesús tienen mucho simbolismo y significado para todos nosotros los creyentes, que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. El Papa Francisco explica claramente el significado de los regalos de los Reyes Magos a Jesús en la Epifanía y nos dice que la adoración es un gesto de amor que cambia la vida.
La adoración eucarística es hacer lo que hicieron los Magos al “llevar el oro al Señor, para decirle que nada es más precioso que él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con él se puede elevar nuestra vida; es presentarle mirra, con la que se ungían los cuerpos heridos y quebrantados, para pedirle a Jesús que ayude al prójimo marginado y que sufre, porque él está allí” afirmó el Papa.
La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.