| Por Hna. Guadalupe Flores

El dolor y sufrimiento

Cada uno de nosotros, de una u otra manera, hemos experimentado el sufrimiento y dolor en el transcurso de nuestra vida. Por lo que, tenemos que entender que el dolor y el sufrimiento van juntos, y nadie está exento a experimentar esta prueba. 

Por lo tanto, existen diferentes modos de sufrimiento, pero nosotros mencionaremos algunos que están muy relacionados entre sí.

Físico

En primer lugar, está el sufrimiento físico. Se presenta de diferentes maneras en nuestra existencia y esto afecta nuestra manera de proceder:

  • La pobreza, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es “la condición de privaciones que experimentan los que son pobres a quienes Jesús llamó bienaventurados y por quienes tuvo un amor especial” (544).
  • La enfermedad es una carencia de bienestar corporal que puede ser temporal o permanente y conducir a la muerte. Un gran ejemplo de sufrimiento por enfermedad es Job, quien, a pesar de su sufrimiento, sigue confiando en Dios, que le sana (todo el libro de Job está lleno de sufrimiento y dolor). Los leprosos (Lc 17, 11-16) claman ser escuchados y ser aliviados de su sufrimiento y dolor.
  • La pérdida de energía física es otro de los sufrimientos de la condición humana que casi todos atravesamos por alguna situación, ya sea por enfermedad o vejez. Por ejemplo, en el Evangelio de San Juan, se nos dice: “Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará adonde no quieras” (21, 18). En esta cita, podemos ver que cuando uno envejece, va perdiendo sus energías y depende de otras personas para seguir viviendo.

Psicológico

En segundo lugar está el sufrimiento psicológico. Afecta a nuestro estado emocional, que puede ser consciente e inconsciente, lo que afecta a nuestra manera de actuar y puede ser por las siguientes causas:

  • El maltrato es la agresión física o verbal que generalmente ocurre entre dos o más personas. Jesús sufrió los mayores maltratos físicos por  parte de los soldados romanos y del pueblo. Isaías nos dice: “Al ser maltratado, él no se humillaba ni siquiera abría su boca … Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeliones de su pueblo (53, 7-9).
  • El abandono es dejar a la persona sola, sin apoyo material ni moral. Jesús, en sus últimos momentos estando en la cruz, exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46). El Papa Francisco, refiriéndose al abandono, dijo: “El verbo ‘abandonar’ en la Biblia es fuerte, en fin, en las más dramáticas heridas de las relaciones. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: el abandono y la lejanía de Dios.
  • La soledad es un sentimiento muy profundo de abandono que puede ser muy difícil de sobrellevar y puede llevarnos a la angustia. Pero como creyentes, tenemos la confianza de encontrar consuelo en nuestra relación con Dios, que nos fortalece y nos ayuda a superar cualquier situación de soledad y nos ayuda a salir de nuestra soledad como lo hizo el rey David: “Mírame, Señor, y ten piedad de mí, porque estoy solo y afligido” (Sal 25, 16).
  • La depresión es una enfermedad que afecta negativamente en nuestra manera de pensar y actuar. Por lo que el Papa Francisco nos pide “rezar por las personas con depresión” y nos pide que las escuchemos “simplemente en silencio" porque no hay receta. En los procesos de depresión “la tristeza, la apatía y el cansancio espiritual terminan por dominar la vida de las personas”.
  • La pérdida de un ser querido nos afecta emocionalmente en nuestra vida cotidiana. Es un tiempo de sufrimiento, y las reacciones son diferentes en cada persona. El Papa Francisco dice: “La fe ayuda a afrontar la muerte y a encontrar fortaleza en la promesa de vida eterna”.
  • Hay muchas otras causas que no se mencionan, como la discriminación, el acoso escolar, el alcoholismo, la drogadicción, etc. 

Espiritual

La tercera es espiritual. Es la falta de sentido en nuestra vida, especialmente en nuestra relación con Dios. 

  • El pecado es la intranquilidad de la que somos conscientes por haber hecho algo que rompe nuestra relación con Dios. Adán y Eva, al desobedecer a Dios, rompen su relación con su creador (Gn 3, 1-17).
  • El remordimiento es un sentimiento que nace después de haber hecho algo incorrecto ante los ojos de Dios. Un claro ejemplo es Judas, que, tras traicionar a Jesús, rompió su relación con Cristo e incluso se suicidó porque el remordimiento le quitó la paz (Mt 27, 3-5).
  • La culpa es reconocer que hemos actuado incorrectamente en alguna circunstancia que afecta a otra persona o a algún ser viviente, y esto no nos deja vivir en paz. 

El origen del sufrimiento y dolor es el pecado de la fragilidad humana, pero Dios no es indiferente puesto que Cristo, siendo Dios, experimentó los dos en la cruz. Él nos enseña a sufrir con dignidad y valentía y nunca nos abandona. Siempre está junto a nosotros, sufriendo y dándonos fortaleza.

Finalmente, todo ser humano experimenta el sufrimiento y el dolor en su vida de diferente manera. Esto nos ayuda a crecer, ser más fuertes y a superar situaciones en el presente y en el futuro. Nunca estamos solos en este proceso. Jesucristo está presente y nos acompaña para ayudarnos a sobrellevar toda situación.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.