| Por Pete Burak

Abre la palabra de Dios

Tómese un momento y reflexione sobre la famosa y sorprendente cita de San Jerónimo: “La ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo”. Si hemos de conocer verdaderamente a Dios, debemos conocer su Palabra. Este no es el intento apenas velado de Dios para mantener la Biblia como el libro más vendido del mundo, sino más bien una revelación de la necesidad absoluta de la Sagrada Escritura. No solo necesitamos entender y aprender las palabras de Jesús, profetas, San Pablo, etc., sino que también necesitamos estar inmersos en la gran narrativa y plan de Dios para la humanidad. La Escritura misma nos dice que la palabra de Dios es clara y activa, más afilada que cualquier espada de dos filos, capaz de separar el hueso de la médula. ¡Ese libro que acumula polvo en su mesita de noche contiene la siempre relevante, accesible y nunca poco confiable, palabra de Dios!

Entonces, con eso en mente, aquí hay dos evaluaciones que me han impactado de manera profunda, recientemente, una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo.

“Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan las dificultades. Apégate al Señor, no te apartes de él; si actúas así, arribarás a buen puerto al final de tus días. Acepta todo lo que te pase y sé paciente cuando te halles botado en el suelo. Porque, así como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación. Confía en él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en él”. (Sirácides [Eclesiástico] 2, 1-6)

¡Apuesto a que no esperaba un pasaje de Sirácides! El cambio está a nuestro alrededor. Los trastornos y el caos reinan en vastas áreas de nuestro mundo e Iglesia. El dolor y sufrimiento invaden nuestras vidas, así como a aquellos a quienes amamos. Nuestro buen Padre permite estas pruebas porque, como nos dice Sirac, nos ve como oro, algo precioso que necesita una purificación más profunda. No se tira basura al fuego para purificarla, sino para destruirla. Cuando el "fuego" arde a nuestro alrededor, recordemos que somos hijos e hijas del Rey, que vivimos bajo la divina providencia ¡y cada fuego representa una oportunidad para una mayor purificación, santificación y unión con nuestro Señor!

“Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana”. (Mt 11, 28-30)

Jesús -nuestro Salvador, Rey y Maestro- anhela caminar por el peligroso camino de la vida con nosotros, mostrándonos cómo navegar, abrazar y crecer a partir de cada giro y vuelta. Su carga es ligera, porque su Espíritu es la única fuente de poder capaz de ayudarnos a vivir una vida santa. Él nos llama a ir más allá y nos da la fuerza para llegar allí. Este pasaje trata sobre la rendición, la cual comienza al ser amable contigo mismo (reconociendo la debilidad) y poseer humildad para pedir ayuda. Su yugo es una alegría, porque ahora estamos atados a Jesús, en lugar de solo a nosotros mismos o a las cosas del mundo.

Como mi párroco, el padre Ed Fride, dice regularmente, "necesitamos leer el Libro". Abre la palabra de Dios, lee con expectación y mira lo que Dios tiene que decir. Acabo de compartir dos Escrituras que están bendiciendo mi vida, en este momento ¿Cuáles le están inspirando?


Pete Burak es el director de i.d.9:16, el alcance de jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene una maestría en teología y es un orador frecuente sobre evangelización y discipulado.