Transformados por medio de los sacramentos en la imagen de Dios
A lo largo de nuestra vida cristiana, Dios siempre camina con nosotros, iluminándonos y guiándonos, para que nuestro compromiso en la fe sea sólido, o esté fundamentado en los valores cristianos. Por lo tanto, nuestra Iglesia nos invita a vivir los signos sensibles y eficaces de la presencia de Dios instituidos por cristo en nuestras vidas. Cada uno de los sacramentos del bautismo, confirmación, Eucaristía, reconciliación, unción de los enfermos, matrimonio y orden sacerdotal nos acercan más a la presencia de Dios.
A lo largo de nuestra vida cristiana, Dios siempre camina con nosotros, iluminándonos y guiándonos, para que nuestro compromiso en la fe sea sólido, o esté fundamentado en los valores cristianos. Por lo tanto, nuestra Iglesia nos invita a vivir los signos sensibles y eficaces de la presencia de Dios instituidos por cristo en nuestras vidas. Cada uno de los sacramentos del bautismo, confirmación, Eucaristía, reconciliación, unción de los enfermos, matrimonio y orden sacerdotal nos acercan más a la presencia de Dios.
El bautismo es uno de los primeros sacramentos por el cual nacemos a una nueva vida en Cristo. Los frutos de este sacramento son que somos redimidos del pecado original. Nacemos en una nueva vida por la cual somos hijos e hijas de Dios. Participamos del sacerdocio de Cristo. Tenemos el signo indeleble de Cristo por el cual este sacramento no se puede repetir. “El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra” (CIC 1213).
La confirmación nos fortalece a todos los bautizados con los dones del Espíritu Santo para poder dar testimonio de Cristo en obra y palabra. Los frutos de este sacramento son el aumento de la gracia bautismal y una profundización en la filiación divina que nos hace decir “Abba Padre”. Este sacramento sólo se puede recibir una sola vez. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La confirmación nos perfecciona la gracia bautismal; es él es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina para incorporarnos más firmemente a Cristo y sea más sólida nuestro vínculo con la Iglesia” (CIC 1316).
La Eucaristía tiene su origen en la Última Cena de Jesús con sus discípulos (Lc 22, 19-20). Al mismo tiempo, Cristo asocia a su Iglesia con su sacrificio en la cruz a todos sus miembros. Los frutos de este sacramento son que se une al comulgante más a cristo, se perdonan los pecados veniales, se fortalece el aumento de la caridad entre el comulgante y Cristo, y se fortalece también a la Iglesia como cuerpo místico de Cristo.
La reconciliación por medio de este sacramento nos reconciliamos con Dios y con toda la comunidad eclesial. Los frutos de este sacramento: “La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; la reconciliación con la Iglesia; la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano” (CIC 1496).
La unción de los enfermos da consuelo al enfermo en su enfermedad y le da vida. El efecto de este sacramento es que une al enfermo en la Pasión de Cristo, y da consuelo, paz, y ánimo para vencer la dificultad. Por ejemplo, cuando Jesús unge al ciego de nacimiento, éste queda sano (Mc 8, 22-38).
El matrimonio es el que legitima la unión de un hombre y una mujer. Durante el sacramento, el amor de la pareja es bendecida y fortalecida por la gracia del sacramento para poder vivir como esposos y educar a sus hijos en la fe. “El sacramento se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo” (CIC 1662).
El orden sacerdotal es donde los hombres bautizados son ordenados para servir a la Iglesia como obispos, sacerdotes y diáconos. Al ser ordenados, reciben la gracia para llevar a cabo su ministerio con los fieles y quedan impresos con un carácter sacramental indeleble. El Catecismo dice: “El sacramento del orden, cuya tarea es servir en nombre y en representación de Cristo - Cabeza en medio de la comunidad” (CIC 1591).
Transformados en la imagen de Dios, podemos decir que la vida de Cristo se nos transmite a través de los sacramentos, y que en ellos Jesús sigue siendo eficaz. Los sacramentos de Jesucristo están realizados a través de la Iglesia, es decir, son sacramentos de Jesucristo y la Iglesia. Al mismo tiempo estos sacramentos nos acompañan durante toda nuestra vida.
La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.