Dar, diezmar y mayordomía en la Iglesia Católica
Los católicos siempre nos preguntamos ¿Por qué tenemos que dar dinero a la Iglesia? El Dar se menciona desde el antiguo testamento (Génesis 28, Números 18, 21-33; 2 Crónicas 31, 5-19) y estaba destinado inicialmente a sacerdotes y levitas pero también se tenían en cuenta las viudas y huérfanos y los más necesitados (Deuteronomio 26, 12-14). En el Nuevo Testamento se menciona algunas veces el diezmo (Mateo 23, 23; Lucas 11, 42-46), pero sobre todo dirigido a la justicia y como Jesús mismo enseñaba a darse todo por amor sin importar cuánto cueste. Son muchos los versículos de la Biblia en los que se habla del tema del dinero.
La enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la ayuda a la Iglesia lo encontramos en CIC 2043, en que él se menciona el quinto mandamiento: “ayudar a la Iglesia en sus necesidades” y se refiere específicamente a la ayuda económica. La Iglesia realiza muchas obras sociales, pero para hacerlo necesita de los sacerdotes, los misioneros y muchas personas que con su dedicación y esfuerzo las logran. La Iglesia nos apoya en nuestra vida espiritual, pero para hacerlo requiere de templos y estos implican costos, la Iglesia apoya a los enfermos, huérfanos en hospitales y orfanatos atendidos muchas veces por religiosas que se entregan totalmente al servicio y de nuevo todo esto implica gastos y la necesidad de apoyo financiero.
La palabra dar se refiere a entregar, donar, otorgar; mientras que el diezmo (según la ley del antiguo testamento) requería que el pueblo diera el diez por ciento de lo ganado como ofrenda al Señor pero que se transfería a sus ministros para cubrir los gastos y ayudar a los pobres.
Hoy en día la Iglesia mantiene la enseñanza sobre la obligación de los creyentes de contribuir económicamente según las capacidades de cada cual. Es importante entender que más que la ayuda económica, se habla del dar como “hacer un regalo”.
Es un sacrificio que se hace en agradecimiento por todos los dones que recibimos de Dios, de Él vienen y para Él van.
Cuando hacemos una ofrenda (limosna) a la iglesia, estamos demostrando que somos seres caritativos, capaces de desprendernos de lo material. El mismo Jesucristo practicó siempre la caridad y el mayor acto de caridad que hizo fue entregarse a sí mismo para que nosotros obtuviéramos la salvación. ¿No es esto suficiente para que devolvamos algo de lo que recibimos gracias a Él?
La mayordomía es simplemente una actitud de vida, es entender cómo voy a administrar (lo que hace un mayordomo) los bienes y dones que recibí de Dios. Estos no están limitados únicamente a los bienes materiales, que son muy necesarios para la subsistencia de la Iglesia. Se refieren también al tiempo y talentos que tengo y cómo de alguna manera los ofrezco a mi comunidad a través de los diferentes ministerios de mi parroquia, organizaciones católicas o los colegios católicos. Si de veras estamos convencidos de que todo lo que tenemos, somos, y hacemos es gracias a los dones que Dios nos ha dado, entonces busquemos la manera de agradecerle estos regalos y compartirlos con la Iglesia.
Marcela Escobar-Gomez, MD,CMI-Español, es intérprete certificada, actualmente es la directora de Educación Religiosa en Español y del Ministerio Hispano en la Iglesia Católica Divine Redeemer, en Hanaha. Tiene 4 hijos y 1 nieto. Le pueden escribir a marcela@divineredeemerchurch.org.