| Por Elizabeth Hansen

¿Cómo pueden las familias practicar las obras de misericordia? - Redimir al cautivo

“Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui extranjero, y me recibieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a Mí”.

Las poderosas palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo forman la base de la lista tradicional de las obras de misericordia. Cuando se trata de satisfacer las necesidades físicas, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica enumera las siguientes acciones como obras corporales de misericordia:

  • Dar de comer al hambriento
  • Dar de beber al sediento
  • Vestir al desnudo
  • Dar posada al peregrino
  • Visitar y cuidar a los enfermos
  • Redimir al cautivo
  • Enterrar a los muertos

¿Cómo pueden las familias vivir esto? Especialmente con niños pequeños, el trabajo caritativo puede ser desalentador, pero no imposible. Las obras de misericordia serán diferentes para cada familia ¡y se pueden practicar muy fielmente cuando se trata de cuidar a los niños! Sin embargo, si desea introducir a sus hijos en actos de caridad fuera del hogar, tal vez estas ideas puedan ser un suave empujón para salir como Iglesia doméstica e ir al encuentro de los necesitados.


 

Visitar a los encarcelados

Al igual que “enterrar a los muertos”, visitar a los encarcelados puede parecer, a primera vista, una obra de misericordia que está fuera del alcance de la mayoría de las familias. ¿Cómo se supone que funciona con niños pequeños?

Retrocedamos y pensemos en los aspectos de nuestra sociedad que pueden crear aislamiento, soledad y hasta una sensación de encarcelamiento. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, se reconocía la “epidemia de soledad”, y los estudios continúan confirmando su prevalencia entre adultos jóvenes y padres de niños pequeños. Podríamos seguir hablando durante páginas sobre las causas, pero al final, hay muchas posibilidades de que alguien cercano a nosotros se sienta miserablemente solo, incluso en el ajetreo de la vida familiar.

He visto esto en madres que aman a sus bebés y están agradecidas de poder quedarse en casa con ellos, pero sienten que su única interacción con los adultos se produce a través de sus celulares. Para otros, el aislamiento puede provenir de un diagnóstico o discapacidad que impide las rutinas y la socialización. Cuando es difícil salir de la casa o comprometerse con las invitaciones por cualquier motivo, la soledad puede colarse e incluso el hogar más amoroso puede sentirse confinado. Un padre soltero o una madre soltera haciendo malabares para cumplir con el rol de los dos, alguien con un cónyuge en un despliegue militar o trabajando en horarios irregulares: estas son situaciones comunes en nuestra experiencia como familias, y todas pueden contribuir a que las personas pierdan conexiones y oportunidades de amistad. ¿Cómo podemos permanecer sensibles a estas necesidades? Cuando los amigos pueden sentirse limitados por sus circunstancias actuales, ¿estamos dispuestos a acercarnos a ellos y seguir ofreciéndoles nuestra amistad?

Y aunque visitar a las personas encarceladas no es posible para la mayoría de las familias, escribir cartas sí lo es. Un lugar para comenzar sería un ministerio penitenciario diocesano, si está equipado para poner en contacto por correspondencia a los voluntarios con un amigo encarcelado. e Otra opción es el Programa Pen Pal de la Orden de Malta (orderofmaltafederal.org/prison-minsitry), que cuenta con voluntarios de todo el país.

Puedo entender por qué algunas familias pueden dudar ante la idea de involucrar a sus hijos: ¿Es seguro? ¿Sobre qué escribirían?

Para el primer punto, diré que todos los programas que he encontrado se esfuerzan mucho para proteger la privacidad de los escritores de cartas y para asegurarse de que sepa cómo mantener una relación adecuada con su amigo por correspondencia. En cuanto a la segunda pregunta, consulté a una amiga que ha hecho esto durante muchos años y señaló que muchos presos están separados de sus propias familias. Tener una comunicación que provenga del corazón de la vida familiar puede ser profundamente significativo.

Si está buscando una práctica para esta Cuaresma, considere si escribir cartas a personas encarceladas podría ser una obra de misericordia para su familia. Independientemente de cómo practique visitar a los encarcelados, que usted y su familia lleven la luz de Jesús a algunos de los rincones oscuros y solitarios del mundo.


Elizabeth Hansen y su esposo, Luke, crían a sus cuatro hijos en Lansing, donde asisten a la parroquia de Resurrection.

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