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 | Por Cristina Sullivan

Matrimonio, familia y la Sagrada Familia

El sacramento del matrimonio es sagrado y complejo. Durante la celebración de la boda hay alegría, pero desafortunadamente, después de algunos años, muchos matrimonios atraviesan crisis tan extremas que el divorcio parece la única opción. No debemos juzgar estas separaciones, pues no sabemos qué sucedió realmente. Algunos luchan incansablemente sin poder rescatar la relación; otros simplemente dejan de amar. ¿Cómo evitar este desenlace destructivo?

En la festividad de la Sagrada Familia —celebrada el 28 de diciembre— compartimos un examen de conciencia para reflexionar sobre actitudes que envenenan el matrimonio.

Falta de respeto, burla y crítica incesante

¿Cómo reaccionamos ante los desacuerdos? ¿Cada diferencia se convierte en una avalancha de insultos y desprecio? El respeto es el árbitro de nuestras diferencias. Sin él, el cariño se extingue. Debemos hablar las cosas con caridad y respeto, buscando la paz. El desprecio daña de manera irreparable la relación.

La falta de intimidad

¿Cuándo fue la última vez que pasamos tiempo juntos? La intimidad no es solo satisfacer deseos; es el momento en que la pareja se conecta mutuamente como no lo hace con nadie más. Un abrazo largo y afectuoso puede ser suficiente para sentir la cercanía y el amor. El contacto físico amable abre las puertas para que la unión permanezca sagrada. Si se descuida, manipula o pervierte, puede causar daños irreparables. La falta de contacto íntimo abre la puerta a la ruptura total.

Mala comunicación

¿Somos transparentes al hablar con nuestra pareja? ¿Sabemos escuchar y validar sus inquietudes? Como dijo un sacerdote: “Problemas enormes con buena comunicación se arreglan. Problemas pequeños sin comunicación se complican y estallan”.

No todo debe ser motivo de discusión. Saber escoger bien las batallas es clave. Otro defecto corrosivo es la mentira: ocultar cosas a propósito, engañar y tergiversar situaciones abre la puerta a desconfianza y división.

Confiar en otros más que en la pareja

¿A quién acudimos en momentos difíciles? Si compartimos nuestras confidencias y quejas sobre nuestra pareja con padres, hermanos o amigos, puede surgir una grieta profunda que destruya el vínculo. Exponer las insuficiencias del cónyuge genera bandos y envenena los lazos. Si existe un problema, lo mejor es hablarlo entre los dos o con un tercero imparcial, como un terapeuta o un director espiritual.

Ideologías extremas: feminismo radical y machismo

¿Las ideologías son más importantes que el amor hacia la pareja? ¿Consideramos que servir y tener obligaciones matrimoniales constituye una humillación? No se trata de una batalla de sexos, sino de complementarnos a partir de nuestras diferencias.

Decir “te necesito” a veces se ve como una debilidad, pero la necesidad del otro es un ingrediente clave para la armonía. Significa no sentarse a la mesa sin ti, tomar decisiones importantes juntos y programar un proyecto de vida compartido.

Indisciplina financiera

¿Consideramos las fiestas, las compras impulsivas y los viajes exóticos necesidades básicas? ¿Somos conscientes de los gastos y necesidades del hogar? ¿Podemos decir “no” a nuestros caprichos? Un estilo de vida insostenible abre las puertas a personas equivocadas y hace perder la alegría que surge de una vida sencilla.

La pobreza evangélica es un llamado no solo a vocaciones religiosas, sino también a toda persona que quiera seguir a Cristo. Los frutos de la generosidad se recogen en la vida eterna; los del derroche dejan un sabor amargo y nos convierten en seres insaciables.

Falta de oración y vida espiritual

¿Oramos en pareja? ¿Tenemos actividades de servicio social? La ausencia de Dios hace mella en cualquier ámbito, especialmente en el matrimonio. Dios ocupa un lugar en cada corazón; si no es llenado por él, se llena de otras cosas que nos esclavizan.

Protejamos nuestro matrimonio de los ídolos poniendo a Dios en el centro. A su lado aprendemos a amarnos mutuamente, atendiendo a nuestras necesidades espirituales, emocionales, físicas, sociales y financieras.

Actualizamos nuestros dispositivos y llevamos nuestro auto a reparar cada año. ¿Cuántas veces nos priorizamos como pareja y revisamos cómo está nuestra relación?

Estos son algunos aspectos que nos ayudan a examinar nuestra unión. Hagamos de nuestro amor el tesoro que cuidamos mejor que cualquier otro. El mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos y a la sociedad es el amor que nos profesamos como pareja.

Sagrada Familia de Nazaret, ¡ruega por nuestras familias!