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 | Por Cristina Umaña Sullivan

Los retiros espirituales: una experiencia de encuentro

¿Te has preguntado alguna vez qué son y para qué sirven los retiros espirituales? En alguna oportunidad, estando en un retiro, nos dieron la siguiente imagen para ilustrar la importancia de participar de una experiencia espiritual: imagina el mejor hacha que jamás se haya podido diseñar, una herramienta muy bien esbozada con una hoja de hierro perfectamente afilada.

La persona que la utiliza todos los días se da cuenta de lo bien que funciona debido a su excelente diseño y composición. Pero por buena que sea el hacha, esta necesita ser afilada de vez en cuando, pues de lo contrario la hoja pierde su filo y deja de ser útil. Incluso puede suceder que si la persona encargada de cuidarla no la afila como es debido, el hacha podría deteriorarse hasta el punto de estropearse completamente.

Pues bien, esa hacha es nuestra vida interior y nuestra alma: es la herramienta que nos permite vivir y construir proyectos increíbles. Sin embargo, si no la cuidamos y la afilamos de vez en cuando, corremos el riesgo incluso de estropear este gran regalo. Los retiros espirituales son el taller indicado para afilar nuestra vida interior, nuestra relación con Dios y nuestra alma. Un retiro es, como su nombre lo indica, el ejercicio de retirarse de la rutina y de las actividades cotidianas para encontrarse con las
siguientes tres personas:

1. Con Dios: Para hablar con Dios, es clave hacer silencio, porque es la herramienta que nos permitirá acallar las voces externas, incluso nuestra propia voz, para poder escuchar la voz de nuestro Padre amado. El retiro es un momento preciado de encuentro entre Dios y nosotros, porque sólo Jesucristo nos puede revelar plenamente la verdad, tanto de nosotros como de los demás, incluso de él mismo. En el contacto con Dios, descubrimos nuestra propia verdad y nuestra misión, lo que nos permite un discernimiento honesto y acertado de nuestra vida.

2. Con nosotros mismos: Claro, si primero no nos encontramos con nosotros mismos, no podremos encontrarnos con Dios. Sin embargo, si después de este encuentro con nosotros mismos no buscamos a Dios, caeremos inevitablemente en el egoísmo y la egolatría. En el silencio, nos damos cuenta de cómo estamos y cómo hemos vivido; qué está funcionando y qué no.

No obstante, si no nos abrimos a la presencia de Dios, nuestras acciones no tendrán frutos, nuestros caminos no tendrán dirección y nuestros esfuerzos serán improductivos. La pregunta clave al encontrarnos con nosotros mismos es: ¿Estoy siendo la persona que Dios quiso que fuera? Y quién mejor para hablar de esto sino con nuestro propio Creador, que conoce muy bien la respuesta a esa pregunta.

3. Con la Iglesia y los demás: De nada nos sirve encontrarnos con Dios y con nosotros mismos si no salimos al encuentro de nuestros hermanos y hermanas. De no ser así, todos los frutos que hayamos recibido quedarán estériles. Un buen ejercicio espiritual renovará nuestro compromiso con los demás; con quienes necesitamos perdonar o pedir perdón; con quienes Dios ha puesto a nuestro lado durante este peregrinar hacia la vida eterna. Estamos llamados a salir de nuestra zona de confort y egoísmo para poner nuestros talentos al servicio de la Iglesia y de nuestra comunidad.

El lugar culmen de encuentro entre nosotros y Dios está en los sacramentos, porque son la vía y la manera más cercana donde Dios se hace presente. Un ingrediente esencial de los retiros es una buena confesión, ya que éstos son la oportunidad perfecta para hacer silencio y meditar. Allí podremos escuchar nuestra conciencia y reflexionar acerca de cómo estamos viviendo. Además, al disfrutar de la compañía de Cristo en la Eucaristía le sentiremos más cerca y podremos escucharle mejor que en cualquier otro lugar.

Si llegamos a tener alguna dificultad para escuchar o sentir la presencia de Dios, tenemos a una aliada muy especial: Nuestra Madre del cielo. Ella nos muestra caminos donde no encontramos salidas, nos abre los ojos ante situaciones que nos pueden estar cegando y, más importante aún, siempre nos llevará de la mano hacia la presencia de su Hijo. Si no somos muy cercanos a María, un retiro es el lugar y el momento perfecto para comenzar a cultivar la amistad con ella. Veremos las múltiples gracias que empezaremos a recibir al abrirle un espacio a ella en nuestras vidas.

Si tienes la oportunidad de asistir a algún retiro, no dudes en aprovecharla: te sorprenderán los grandes frutos que allí recogerás, y en especial, de la presencia que está esperando encontrarse a solas contigo.


Cristina Umaña Sullivan es socióloga cultural que se ha dedicado a la evangelización por más de 10 años con especialidad en Teología del Cuerpo y creación de identidad desde la perspectiva cristiana. Envíele un correo electrónico a fitnessemotional@gmail.com.