Los beneficios de una educación católica
No existen suficientes elogios para lo que ha logrado la Santa Iglesia Católica cuando se trata de educación. Mientras los medios de comunicación y los enemigos de la Iglesia se concentran en los dolorosos escándalos, hay un gran vacío en reconocer los logros milagrosos.
No existen suficientes elogios para lo que ha logrado la Santa Iglesia Católica cuando se trata de educación. Mientras los medios de comunicación y los enemigos de la Iglesia se concentran en los dolorosos escándalos, hay un gran vacío en reconocer los logros milagrosos.
La historia de la humanidad se transforma en el momento que la Iglesia toma sobre sí la iluminación de la mente humana. Fue la Iglesia la que trajo al mundo el escolasticismo y el sistema universitario moderno. Estos sistemas fueron, en gran parte, responsables de traer al mundo la revolución científica y la ilustración, es decir, fueron responsables de construir el mundo moderno.
El legado de la Iglesia en la educación se sigue construyendo hoy. Alrededor del mundo hay 68.8 millones de personas estudiando en colegios o universidades católicas. En los Estados Unidos, los colegios católicos ofrecen la mejor garantía de éxito: la probabilidad de que los estudiantes que van a colegios católicos se gradúen de la universidad es 13% mayor, en comparación a estudiantes de colegios públicos. Para los hispanos este número es aún más asombroso: los estudiantes hispanos que van a colegios católicos tienen una probabilidad 2.5 veces mayor de graduarse de la universidad.
Adicionalmente, los estudiantes de colegios católicos constantemente obtienen mejores resultados en exámenes que los estudiantes de colegios públicos… a pesar de que cuentan con menos recursos. Educar a un estudiante en un colegio público le cuesta al gobierno $12,000 anuales por alumno. Mientras tanto, el promedio del costo para la educación en un colegio católico es de $5,847 anuales.
Con menos de la mitad de los recursos invertidos en educación en colegios públicos, los colegios católicos tienen mejores resultados.
No es un gran misterio lo que respalda el éxito del estudiante católico. En primer lugar, en los colegios católicos se le puede hablar a los estudiantes con franqueza y verdad. Al permitir el lenguaje bíblico dentro del salón de clases, surgen verdades profundas que van tallando su efecto en las almas de los estudiantes. También se debe considerar la visión antropológica del hombre. Al contemplar al estudiante en la totalidad e integralidad de su ser —voluntad, inteligencia, corazón y alma— los colegios católicos ayudan al estudiante a formarse en todo su ser.
Tristemente, en los colegios públicos puede pasar que la formación del estudiante se limite a su inteligencia. Esta limitación en el sistema público puede dejar a los estudiantes sin norte para guiar sus vidas con relación a las verdades más profundas de la existencia humana. Por último, y tal vez lo más importante, es que los Sacramentos y Gracia Divina son parte esencial de la educación católica. A través de un contacto permanente con Dios, los estudiantes se vuelven hombres y mujeres nuevos, libres de las enfermedades espirituales que azotan el mundo.
Habiendo estudiado y trabajado en nuestros colegios católicos, he podido observar que en cada época los colegios católicos deben ir ajustándose a las nuevas realidades del mundo. Cada generación trae consigo nuevos desafíos y necesidades. Sin embargo, Cristo, que conoce a perfección el corazón del hombre, sigue guiando la misión de los colegios católicos para que logren ofrecer a los jóvenes el poder del Amor verdadero. El colegio católico de hoy no se va a parecer al de ayer, ni al de mañana. La generación actual, más que reglas, necesita explicaciones. Más que verse como niños y niñas perfectos, los estudiantes necesitan entender que la Iglesia los acoge en la variedad y belleza de sus diferencias. A las mentiras que el Demonio usa para atraerlos, se le debe hacer frente con verdades que los llenen de confianza y fe sobre el Amor de Dios.
En conclusión, los colegios católicos siempre han sido una luz poderosa contra las fuerzas de oscuridad. Fue la Iglesia la que transformó el mundo del ignorante en uno de iluminados. Hoy en día, la Iglesia sigue transmitiendo el Espíritu de Dios, la sabiduría bíblica, y el conocimiento humano para traer Su reino a la tierra a través de nuevas generaciones de líderes católicos. Hay muchas formas en que los católicos pueden unirse a esta misión. Sin embargo, la mejor forma es permitiendo que nuestros hijos se beneficien de este gran legado de la Iglesia al ser parte de un colegio católico.
Jorge Gomez es profesor de ciencias sociales e Inglés para 6 al 8 grado en Divine Redeemer School, en Hanahan. Envíele un correo electrónico a jgomez@drcs.co.