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 | Por Jorge Villamizar

Las Escuelas Católicas y la Eucaristía

Vidas de dignidad, comunión y resurrección

En junio de este año, 12 colegios católicos cerrarán en Nueva York. Un sábado en febrero, los rectores fueron notificados que sus colegios cerrarían en menos de seis meses. Ellos tuvieron que notificarles a los profesores, familias, y estudiantes que tenían que buscar nuevas escuelas para el siguiente año escolar.

La tendencia del cierre de escuelas católicas tiene varias causas. La más común es el aumento en el costo de la educación. Durante muchos años, monjas y sacerdotes hacían la labor de docencia de forma gratuita, pero hoy han sido reemplazados por profesionales laicos. Al mismo tiempo, el compromiso con la educación católica ha disminuido entre los feligreses. Muchos de ellos ya no ven el rol clave de las escuelas en la misión evangelizadora, lo que significa que el costo de la educación se paga casi exclusivamente a través de la matrícula. Y ahora las familias tienen más opciones que nunca de colegios privados y colegios chárter de todo tipo. Todos estos factores parecen hacer que la necesidad de tener colegios católicos sea algo del pasado.

En mi trabajo con colegios católicos, he caído en el error de tratar de basar la importancia de estas escuelas en sus beneficios sociales. Sí, los estudiantes que asisten a colegios católicos tienen más éxito académico, es más probable que ingresen a la universidad y evitan muchos de los malestares que plagan los colegios públicos. Pero nada de esto define suficientemente la importancia de los colegios católicos. La razón por la que son importantes, y lo que hace que no sea posible reemplazarlos con otros colegios, es su carácter eucarístico.

La Eucaristía encierra en sí tres misterios fundamentales del catolicismo: el misterio de la Encarnación, el misterio de la Trinidad, y el misterio Pascual. Nuestros colegios, por su carácter católico, también deben expresar estos tres misterios. El libro At the Heart of the Church: Selected Documents of Catholic Education por Ronald Nuzzi describe cómo se expresan estos tres misterios en nuestros colegios.

Primero, el misterio de la Encarnación, ese momento histórico donde lo Divino se encierra dentro de un cuerpo humano, se ve en los colegios en la forma que se enseña que toda la creación es buena y que el ser humano tiene una dignidad infinita. La Encarnación de Cristo enaltece a toda la creación. ¿Cómo se puede explicar la dignidad humana sin hablar de Dios hecho hombre? Este es un reto imposible, y uno que enfrentan docentes en colegios públicos. En cambio, en los colegios católicos la dignidad del humano y de la creación se expresa de manera que le da propósito y sentido a la vida humana, envuelta como está en los planes de Dios. Nuestros colegios le enseñan al ser humano a cuidar de toda creación por la dignidad misma que le otorgó la Encarnación a todo el mundo material.

Segundo, el misterio de la Trinidad y la eterna comunión entre Padre, Hijo, y Espíritu Santo se manifiesta en la labor de todo colegio católico al despertar en el ser humano una comprensión de sí mismo como ser comunitario, perteneciente a la familia humana, en una red de interdependencia y amor. Estamos hechos a imagen y semejanza de la Unión Trinitaria y también estamos hechos para vivir en comunión y comunidad. Esta enseñanza va en contra de la cultura de la autosuficiencia, el orgullo, y humanismo que ve en el logro y placer como el propósito de la vida humana.

Tercero, el misterio Pascual, que refiere a la muerte y resurrección de Cristo, se vive intensamente en la experiencia de nuestros alumnos. El misterio Pascual señala que Dios es bueno y bondadoso y no permitirá que el mal triunfe ya que cada momento de sufrimiento está unido al sufrimiento de Cristo. También enseña sobre la esperanza que puede ver más allá de los desafíos y tribulaciones de la existencia inmediata. En nuestros colegios, donde los jóvenes experimentan desafíos que los llevan a la madurez y al crecimiento, aprenden que aquellos dispuestos a hacer sacrificios serán recompensados con buenos frutos.

En 2020, cerraron el 2% de los colegios católicos en Estados Unidos. Es una cifra que sigue aumentando. Hay varios caminos para recuperar los colegios, incluidas las leyes que apoyan el school choice (o la elección de escuelas) que permiten que dinero público se utilice para financiar los colegios católicos. Los propios colegios también deben encontrar formas nuevas de reinventarse para suplir las exigencias culturales, socioeconómicas y pedagógicas del momento y su entorno.

Sin embargo, nuestra esperanza está puesta en Dios, y mientras Sus colegios sean una fuente viva y expedita para que los niños puedan vivan vidas eucarísticas —aquellas en dignidad, comunión, y resurrección— podemos confiar que nuestros colegios, parte fundamental de la iglesia, seguirán ayudando a educar la siguiente generación de líderes católicos.


Jorge Gomez Villamizar es director de alcance comunitario en Bishop England High School en Daniel Island. Envíele un correo electrónico a jvillamizar@behs.com.