Share this story


 | Por El Dr. Mike Martocchio

Las abejas del Señor

San Ambrosio y nuestra misión

El día de su ordenación, el obispo Jacques Fabre-Jeune, CS, nos informó sobre nuestra vocación de ser “las abejas” de Cristo. De forma similar, mientras estaba en la Misión de San Felipe de Jesús en Forest Park, Georgia, él había pedido a sus feligreses que fueran “las hormigas” de Cristo. Tanto las hormigas como las abejas son pequeñas criaturas que trabajan juntas para llevar a cabo grandes hazañas. ¡Qué imagen tan maravillosa para la Iglesia que lleva a cabo su misión! Sin embargo, les sorprenderá saber que no es algo nuevo. La imagen del cristiano como abeja y de la Iglesia como colmena se remonta a la Iglesia primitiva.

El exponente más notable de esta imagen es San Ambrosio de Milán (339-397). En realidad, existe una leyenda sobre las abejas y su infancia. Según la historia, él fue atacado por un enjambre de abejas, pero, sorprendentemente, resultó ileso. Las abejas dejaron sólo una gota de miel. Según la historia, su padre tomó esto como una señal de la futura grandeza de su hijo, en particular de la dulzura melosa de sus elocuentes palabras.

Esta no es la única conexión entre Ambrosio y las abejas. En su Hexaemeron, una reflexión teológica sobre los seis días de la creación en el Génesis, Ambrosio alaba las virtudes de las abejas al hablar del quinto día de la creación (Hexaemeron, cap. 21). Alaba su vida en común, la crianza de la prole y el trabajo. También destaca su orden y devoción inquebrantable a su gobernante (su ‘rey’). Destaca el orden de su refugio, el panal, con la simetría de su arquitectura. Alaba la dulzura de la miel que producen, y nos las presenta como modelos a imitar en la vida cristiana.

Para profundizar en este punto, Ambrosio cita a Proverbios 6, 6, que nos anima a imitar a la trabajadora modelo, la abeja. Lo interesante aquí es que el pasaje citado de Proverbios utiliza la imagen de la hormiga, que Ambrosio transpone de algún modo a la imagen de la abeja. Así, al igual que el obispo Fabre, Ambrosio pasó de las hormigas a las abejas en su reflexión sobre el trabajo de la vida cristiana. Debido a que los Proverbios nos animan a imitar el trabajo de la abeja, Ambrosio considera que la abeja es una imagen de sabiduría y vida virtuosa. Ambrosio concluye su reflexión señalando la extraordinaria capacidad de las abejas para reproducirse y llenar de manera fructífera la colmena. Como cristianos, nosotros también estamos llamados a la fecundidad en nuestra misión de hacer discípulos de todas las naciones (véase Mt 28,19).

Debido a la historia de su infancia y a su propia reflexión sobre las abejas, a veces, las obras de arte representan a Ambrosio con una colmena. También se lo considera el patrón de los apicultores. Aunque la imagen no ha sido muy utilizada, la colmena se ha convertido posteriormente en una imagen de la Iglesia, mientras que la abeja ha llegado a ser considerada como un símbolo de los cristianos, que connota especialmente la voluntad de Dios y elección divina, así como la sabiduría y elocuencia.

Esta última connotación se ve reforzada por la palabra abeja utilizada en las Escrituras hebreas: דְּבוֹרָה o deborah, que deriva de la raíz hebrea que significa palabra: דָבַר o dbr, quizás por el sonido que hacen las abejas. Esto se ve además demostrado con Débora (דְּבּוֹרָה) en Jueces, quien es representada como una profetisa (Jc 4, 4) que es una sabia y buena jueza de los israelitas.

Así que la abeja es una imagen maravillosamente fructífera que podemos abrazar a medida que avanzamos para compartir las buenas nuevas. Como imagen de sabiduría y elocuencia, del llamado y de la elección de Dios, del trabajo duro y en equipo, y de la devoción constante, esta imagen proporciona abundante inspiración tanto para nuestra reflexión como para nuestra acción evangelizadora.

Con todo esto en mente, abracemos la llamada de nuestro nuevo obispo a ser las abejas del Señor y a propagar la dulzura melosa del Evangelio a lo largo y ancho, regalando el fruto de la Palabra de Dios al mundo.


En el nuevo año,

el obispo Fabre solicitó cambiar el nombre de la Colecta Anual del Obispo para que sea más inclusiva y se extienda a los ministerios de todo el estado. Su nuevo nombre es Colecta Católica de Carolina del Sur, ¿y su símbolo? Lo adivinaron: ¡la abeja!


Michael Martocchio, Ph.D., es secretario de evangelización y director de la Oficina de Catequesis e Iniciación Cristiana. Escríbele un correo electrónico a mmartocchio@charlesondiocese.org.