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 | Por Hermana Guadalupe Flores, OLVM

La Palabra De Dios en Tiempos De Dolor

El haber conmemorado los doscientos años de nuestra querida Diócesis de Charleston fue un evento inolvidable, el cual estuvo marcado por la pandemia que se desató a causa del “coronavirus”, causando mucho dolor a nuestra diócesis y a toda nuestra Iglesia en general. Esto no nos paralizó para dar gracias a Dios. Hemos recorrido juntos un camino como una diócesis peregrina y multicultural que da vida y esperanza para continuar construyendo el reino de Dios. Por lo tanto, todos reflexionamos y nos cuestionamos en el sentido del dolor y las consecuencias que trajo esta angustia a nuestra diócesis.

Si nosotros nos detenemos a pensar y a relacionar el dolor con la celebración, diríamos que el dolor de esta pandemia ha sido tan profundo que ha cambiado completamente la manera de cómo nosotros hemos y estamos celebrando este bicentenario. Nuestra celebración se ha hecho más íntima y personal a través de llamadas telefónicas, mensajes de texto, reuniones por Zoom y otros medios sociales de comunicación que nos han servido para experimentar una manera diferente de realizar una celebración en tiempos de incertidumbre.

Pero, de esta manera, con un amor desinteresado, saber reconocer de que Cristo nos está invitando a acercarnos a los que claman en silencio por ayuda y consuelo al igual que el buen samaritano (Lc 10,25-37). Esto lo hemos experimentado y se ha percibido esta solidaridad que generosamente se ha hecho a lo largo de este tiempo. Como el Papa Francisco nos ha exhortado de diferentes maneras a vivir en fraterna comunión como, por ejemplo, él dice: “El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día” (Fratelli tutti, 11).

Una de las consecuencias para la comunidad hispana durante esta pandemia fue la suspensión de las clases de la Escuela de la Fe, la etapa de formación en su crecimiento en la fe, el año 2020. Esto fue otro dolor para todos aquellos que, con mucha perseverancia, compromiso y dedicación, habían asistido a sus clases, por más de dos años consecutivos, para lograr concluir satisfactoriamente con su graduación. Y de esta manera, formar parte de la celebración del Bicentenario de la Diócesis de Charleston.

Gracias a Dios frente a todo este dolor por mostrarnos una luz para volver a retomar nuestras actividades cotidianas de una manera diferente a lo que siempre lo hicimos. Que Dios continúe bendiciéndonos y haciéndonos constructores de la esperanza en este mundo que tiene tanta hambre de él.


La hermana Guadalupe Flores, de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de la Victoria, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina de Ministerios Hispanos.