La Iglesia, Sus Colegios y la Hospitalidad para el Extranjero
Para el judío del antiguo testamento, la hospitalidad al extranjero era un mandato de Dios. En esa geografía seca y rocosa, y por la vida seminómada de la gente, dar hospitalidad podía ser la diferencia entre la vida y la muerte para el viajero. Por eso, en Génesis 18, cuando Abraham ve a tres hombres bajo los árboles de Mamre, corre hacia ellos y se postra en la tierra, rogándoles que lo dejen ser su siervo. Corrió hacia ellos. Se postró. Les sirvió.
Para el judío del antiguo testamento, la hospitalidad al extranjero era un mandato de Dios. En esa geografía seca y rocosa, y por la vida seminómada de la gente, dar hospitalidad podía ser la diferencia entre la vida y la muerte para el viajero. Por eso, en Génesis 18, cuando Abraham ve a tres hombres bajo los árboles de Mamre, corre hacia ellos y se postra en la tierra, rogándoles que lo dejen ser su siervo. Corrió hacia ellos. Se postró. Les sirvió.
Estas tres acciones guían la tradición de los colegios de la Iglesia Católica, que igual a su patriarca Abraham, corren hacia el migrante, el extranjero, el visitante y se postran en la tierra para ponerse a su servicio.
Cuando llegó la primera gran ola de católicos a Los Estados Unidos, representados por inmigrantes Irlandeses, encontraron anticatolicismo en las escuelas públicas. La población nativa de Estados Unidos no quería aceptar a esta gente que llegaba con costumbres y formas de pensar diferentes. Aún más intolerable para las poblaciones de las ciudades norteamericanas, los irlandeses eran católicos, algo inaceptable para ellos y su protestantismo. Por esto, los estudiantes irlandeses eran maltratados.
En las calles de Filadelfia, hubo revueltas, casas quemadas y hasta muertes. Así comenzó la iniciativa de los obispos católicos de crear un sistema integral de educación católica para los nuevos migrantes, una iniciativa que encontró camino en el Primer Concilio Plenario de Obispos de los Estados Unidos en 1852. De este Concilio salió el mandato de que toda parroquia debía formar un colegio parroquial católico para atender las necesidades de los estudiantes inmigrantes. De esta forma, podemos ver que los Colegios Católicos y la historia del inmigrante en Estados Unidos son inseparables.
Se puede presenciar la misma historia aquí en Charleston, Carolina del Sur. En 1821, Pio VII era el papa, James Monroe el presidente de Estados Unidos, y Thomas Bennet el alcalde de Charleston. En ese momento, fue nombrado Excmo. Mons. John England como el primer obispo de Charleston. Del total de 1,482,559 habitantes del estado, solo 3,600 eran católicos. El desafío del obispo England era establecer un lugar para el catolicismo en este centro protestante.
El obispo entendió la importancia de la educación. Por eso fundó los primeros colegios católicos para educar a sacerdotes, mujeres católicas y personas esclavizadas. Más de una vez, voluntarios irlandeses armados tuvieron que crear un perímetro alrededor de la casa del obispo para evitar que bandas de agitadores la quemaran en protesta contra estos colegios.
Después de la muerte del obispo England, se fundó Bishop England High School en honor al hombre que tanto hizo para que por medio de la educación se ofreciera hospitalidad a las comunidades que buscaban preservar su catolicismo en Carolina del Sur. Más de cien años después, la escuela renueva y sigue fiel a este llamado. Alrededor del 10% de su población estudiantil actual es hispana, muchos inmigrantes de primera y segunda generación. Para asegurar accesibilidad a todo estudiante que busque una educación católica, se otorgaron más de $500,000 dólares en ayuda financiera el año pasado.
Igualmente, otros colegios católicos en el Lowcountry, como Divine Redeemer School en Hanahan, ofrecen un modelo educativo customizado a las necesidades de una comunidad en la que más del 60% de sus familias son hispanohablantes, proporcionando una experiencia acogedora y, a la vez, retadora para estos estudiantes que, de forma generalizada, cuentan con necesidades académicas particulares influenciando sus procesos de aprendizaje.
Queda mucho camino por delante. Igual que hace 200 años, sigue existiendo el mal del nativismo y actitudes anti-inmigrantes. Pero la actitud de la Iglesia, esa gran luz para la humanidad, sigue siendo la de siempre. La Iglesia lidera y guía a sus feligreses para construir puentes sobre lo que tenemos en común: todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Por esto, es reconfortante el hecho de que actualmente casi la mitad de las iglesias de Carolina del Sur ofrecen Misa en español, e incluso está disponible en idiomas como vietnamita, tagalo, polaco, coreano y portugués. Asimismo, el nuevo plan estratégico del obispo Jacques Fabre-Jeune, CS, le pide a los colegios implementar estrategias pedagógicas que atiendan las necesidades de sus estudiantes en un contexto multicultural en el que las nuevas generaciones crezcan libres de prejuicios y conscientes de que todos pertenecemos a una misma familia humana.
Como comunidades de acogida estamos llamados a respetar y valorar la dignidad humana en todos los contextos, especialmente al tratarse de historias de vida marcadas por el duelo migratorio y los retos que conlleva establecerse en un nuevo país. A ejemplo del buen samaritano, la caridad y hospitalidad hacia el prójimo debe ser una constante en nuestro actuar.
Por nuestro, los nuevos migrantes hispanos, también estamos llamados a acoger con respeto, gratitud y reciprocidad esta hospitalidad, compartiendo nuestros talentos, dones y culturas, y comprometiéndonos personalmente y en nuestra vocación de padres a estar siempre a la altura de la gran tradición y excelencia de la educación católica.
Jorge Villamizar es director de alcance comunitario en Bishop England High School en Daniel Island. Envíele un correo electrónico a jvillamizar@behs.com.