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 | Por Cristina Sullivan

La esperanza que trae el perdón: Celebremos el Jubileo 2025

Este 2025 es un año muy especial porque es un Año Santo, también conocido como “Jubileo”, el cual se celebra cada 25 años. Además, este en particular tiene un ingrediente muy especial porque hace 500 años se celebró el primer Año Santo.

¿Qué hace que este año sea santo?

La idea de los jubileos es que sean períodos de gracia que generen una renovación espiritual en nosotros, los fieles. Esta práctica tiene sus raíces en el Antigüo Testamento, siendo un tiempo especial en el que se pedía la exención de las deudas económicas, se hacían sacrificios de expiación y se promovía la reconciliación con Dios y con el prójimo. La palabra Jubileo proviene del hebreo yobel (יובל), y era el cuerno de carnero que se utilizaba como instrumento para anunciar el inicio de este tiempo sagrado.

La renovación espiritual que se busca con el Jubileo radica en obtener la gracia del perdón y de la liberación de las culpas. Es por esto que la Iglesia ofrece la oportunidad de obtener indulgencias plenarias, osea, la remisión total de las penas temporales que surgen por los pecados ya perdonados.

¿Qué significa esto?

Este es el ejemplo con el que comprendí el concepto de indulgencia plenaria: imagina a un niño jugando con un balón de fútbol justo al lado de una ventana. La mamá le avisa al niño que tenga cuidado de no romper el vidrio porque el hermano menor podría enfermarse con el frío, además de que es costoso cambiar el vidrio.

El niño no presta atención a lo que dice su mamá y sigue jugando como si nada. Sucede lo esperado: el niño rompe el vidrio con el balón. Después de ser regañado, el niño se acerca a su madre y le pide perdón por no haberle hecho caso. La mamá se enternece y perdona al niño, como siempre lo ha hecho. Sin embargo, el vidrio sigue roto y el hermanito se ha resfriado.

Siguiendo este ejemplo, la indulgencia plenaria sería como comprar un vidrio nuevo e instalarlo, y darle medicamento al hermano para que se mejore. Es decir, es una acción que permite reparar el daño causado.

Siempre tenemos la oportunidad de pedir perdón por nuestras culpas porque el sacramento de la reconciliación está disponible. A pesar de que ser conscientes de nuestras faltas y tener la humildad de pedir perdón por ellas es clave para nuestro bienestar mental y espiritual, las consecuencias de nuestras malas acciones son reales y debemos repararlas. Si no enmendamos el desenlace de nuestras malas acciones en esta vida, tendremos la oportunidad de hacerlo en el purgatorio. Es aquí cuando la Iglesia nos ofrece un regalo muy especial para liberarnos de los efectos del pecado: las indulgencias plenarias.

¿Qué debo hacer para recibirlas?

El Papa Pablo VI escribió un documento disponible para todo el público y en varios idiomas llamado Indulgentiarum Doctrina, en el que explica los detalles y la manera de ganar indulgencias plenarias y parciales.

“Para ganar la indulgencia plenaria se requiere la ejecución de la obra enriquecida con la indulgencia y el cumplimiento de las tres condiciones siguientes:la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Romano Pontífice. Se requiere además, que se excluya todo afecto al pecado, incluso venial” (ID Norma 7). Vale la pena recordar que indulgencias plenarias se pueden ofrecer únicamente por uno mismo o por un alma del purgatorio. No es posible ofrecerlas por alguna persona que esté viva.

La esperanza que trae el perdón de toda culpa nos permite ser testigos de una alegría que no tiene ocaso. Durante este Año Santo en el que el Papa nos invita a ser Peregrinos de Esperanza, aprovechemos la oportunidad para reconciliarnos con nuestro pasado, con Dios y con nuestro prójimo. En este caminar, estamos llamados a irradiar la paz de Cristo al mundo, y este es un tiempo preciso para fomentar la comunión fraterna y tender puentes entre gentes enemistadas.

Seamos artesanos de reconciliación y paz en medio de un mundo desgarrado por el odio y las divisiones. Que María Santísima, a quien invocamos como Reina de la Paz, interceda por nosotros para que demos testimonio de la paz de palabra y de obra. Pongámonos en camino como Peregrinos de Esperanza: ¡ha llegado la hora para vivir la gran fiesta de la fe!


Cristina Umaña Sullivan es socióloga cultural que se ha dedicado a la evangelización por más de 10 años con especialidad en Teología del Cuerpo y creación de identidad desde la perspectiva cristiana. Envíele un correo electrónico a fitnessemotional@gmail.com.