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 | Por Laura Meneses

Isabella Hernández Villegas, un verdadero milagro de vida

Iraida Villegas es mamá de tres hijos, esposa y una mujer con una fe inquebrantable quien evidenció un milagro de vida con el testimonio de su hija Isabella Hernández Villegas.

Isabella nació en Venezuela hace nueve años, y aunque todo parecía venir bien durante su proceso de gestación en el vientre de su madre Iraida, una negligencia médica cambió radicalmente el rumbo de su vida.

“El parto venía normal, era una hija deseada y desde siempre se la encomendé a Jesús. Yo anhelaba tener una niña más porque decía que ella era con la que iba a estar siempre ya que mis otros dos hijos eran más grandes”, expresó Iraida.

Un ‘viacrucis’ médico

A sus 36 años de edad y con ocho meses de embarazo. Iraida empezó a sentir una presión en la parte inferior del vientre mezclado con mucho dolor que la puso en alerta.

Llegó al hospital para notificar lo que sentía, y la médica respondió que se trataba de una barriga grande y por eso pesaba tanto la niña. Pero la realidad es que Isabella tenía un sufrimiento fetal y ya estaba lista para salir.

Sin embargo, los doctores extendieron la fecha de parto y quince días antes de la fecha programada, Isabella empezó a presionar nuevamente para nacer pero en el hospital insistieron en esperar unas horas más.

Estas horas se convirtieron en una larga espera que perjudicaron el estado de salud de Isabella. “En medio de mi cesárea escuché a los médicos decir: ‘No hay nada que hacer, no responde, no respira’”, cuenta Villegas.

Iraida relata que ella empezó a llorar y orar. “Jesús tú eres el único que das vida y yo creo es en ti, dale la respiración que mi hija necesita”.

En medio de su cirugía de cesárea ella solo podía ver que su hija estaba muy “morada” pero ella nunca dejó de orar y todo el tiempo le imploró a Jesús pidiéndole que la ayudara a levantar a Isabella.

Después de ese duro momento, Isabella estuvo dentro de una incubadora, intubada y en cuidados intensivos con respiración asistida por dos meses y quince días.

Iraida se impactó al verla en esa condición médica pero cuenta que no sintió miedo, simplemente se acercó a Isabella diciéndole que era la mamá, que venía a darle fuerza y que ella iba a tener vida en abundancia porque Jesús estaba con ella y no había que tener miedo. La bebé tomó la mano de su mamá y la apretó con fuerza, en un gesto de respuesta a las palabras de Iraida.

Todo en manos de Dios

Durante ese tiempo, los pronósticos eran poco alentadores, los doctores le decían a la mamá todo el tiempo que se preparara para lo peor.

Pero el amor de mamá traspasa cualquier límite y con su mayor positivismo, fuerza y fe, Iraida pudo amamantar a Isabella y acompañarla durante este proceso en el que a veces se quedaba corta de respiración por la costumbre de estar conectada con respiración artificial.

Luego de haber superado esta primera etapa de aprender a respirar por sí sola y estar en casa, Isabella se vio expuesta nuevamente en un caso de pérdida de oxígeno. Sus padres la llevaron de inmediato a la sala de emergencias del hospital, y la primera reacción de los médicos fue intubarla nuevamente.

“Yo la vi tan grave de salud ese día que le dije al señor Jesús: ‘Dios mío que se cumpla tu voluntad y no la mía, si tu la necesitas llévatela y yo lo acepto, yo no quiero que mi hija sufra más’”, aseveró Iraida.

Fueron días de ansiedad y preocupación en los que la mamá de Isabella se aferraba cada vez más a Dios, pero un nuevo descuido médico comprometió por completo el desarrollo de Isabella.

“Esa noche uno de los médicos dejó sola a mi hija, a mi no me dejaron quedar e Isabella en medio de su desespero por no poder respirar, se quitó el tubo y sufrió una hipoxia cerebral, es decir que no le pasó oxígeno a su cerebro por unos segundos y sus ojos se voltearon y nunca volvieron al estado normal”, fue un daño cerebral que sufrió mi hija”, indicó Villegas.

Una guerrera incansable

Desde ese momento, Isabella volvió a sufrir crisis de falta de oxígeno que terminó en una operación por daño de tráquea en la que la única manera que ella podía seguir respirando era a través de una traqueostomía.

El amor de madre, la fe inquebrantable y las ganas de vivir de Isabella, han llevado a esta familia venezolana a vivir momentos de angustia, tristeza, pero también de felicidad y esperanza al poder contar con un estado de salud más estable y controlado desde que están viviendo en Estados Unidos.

“Isabella y yo tuvimos que estar lejos de mi esposo y mis hijos por dos años mientras ella recibía un tratamiento médico en Colombia, ya que la crisis  en Venezuela la llevó sufrir un alto grado de desnutrición, pero gracias a Dios ya estamos en este país que nos ha bendecido tanto y nos mantiene esperanzados con el desarrollo de mi hija”, puntualizó Iraida.

Hoy en día Isabella cuenta con apoyo de organizaciones locales para garantizar su vitalidad y energía, es una niña muy fuerte y con una sonrisa encantadora que inspira a todo aquel que tiene la oportunidad de conocerla.

“Con mucho sacrificio hemos logrado cosas maravillosas y yo sé que Isabella va a caminar, va a estar mejor cada día y vamos a ir a la playa a jugar porque yo tengo fe en mi Dios que todo lo puede”, concluyó Villegas.

Pese a la ayuda obtenida en este país, uno de los mayores deseos de Iraida Villegas es poder encontrar un trabajo que le permita trabajar desde casa y ahorrar para comprar una vivienda que se adapte a las condiciones de tener una hija con cuidados especiales.


Laura Meneses Hernández es periodista del diario El Informador. Envíele un correo electrónico a laura@elinformadornewspaper.com.