El Señor Cura, es el nombre del magazine que se transmite los sábados por la mañana a través de Revive: radio y TV Online que surgió con motivo de la pandemia. En uno de sus segmentos llamado “En tus zapatos”, se reconoce el trabajo y servicio voluntario de algunos hispanos/latinos que han ayudado a construir nuestra Iglesia desde hace 200 años.

Personas como Claudia Karina Madrigal son capaces de dar todo de sí, especialmente por aquellos que más lo necesitan: los migrantes.

Durante los últimos 25 años, su pasión por el servicio a la comunidad hispana consiste en lidiar con los muertos y sus dolientes. Cuando muere una persona que no tiene familia en este país, tiene dificultades económicas, no tiene documentos o no sabe hablar, ya sabemos a quién contactar.

Claudia Karina es oriunda de San Luis Potosí, México. Vino a los Estados Unidos hace 33 años, aprendió el idioma, estudió recursos humanos, vive en Lexington y pertenece a la iglesia Our Lady of the Hills, en Columbia. Ella, además de atender a su hijo y a sus padres ancianos y enfermos, tiene dos trabajos fuera de casa y aún le queda tiempo para contactar a los consulados buscando ayudas para repatriar el féretro, hacer arreglos con la iglesia para el funeral, convocar al ministerio de oración para la visitación, y ayudarles a los dolientes en el extranjero a hacer el duelo y llorar con ellos.

Al preguntarle de dónde surgió ese apostolado, si siente miedo en estos tiempos de contagiarse del virus, si lidiar con tanta gente que sufre la pérdida de sus seres queridos no afecta su salud mental y su vida familiar, la respuesta que sale de su alegre rostro por la satisfacción que ese servicio le trae es, “Dios”.

Se siente llamada por el mismo Dios desde los quince años a hacer este servicio con amor y mucha entrega. “Él me pone ahí, él me protege, él me recompensa” dice.

Así como la Señora Madrigal hay muchas personas en nuestros ministerios parroquiales que son el signo de la preocupación de Dios por nosotros en estos tiempos difíciles. Son personas que buscan el bien sin protagonismo, sin buscar autocompensaciones y refuerzos sociales, sino más bien desde el silencio interior de su corazón en constante oración impactan positivamente nuestras vidas, nos inspiran a servir y nos acercan a Dios.