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 | Por Edgar Ángel

El obispo Espaillat compartió sus tres pasiones durante el Congreso Eucarístico

El obispo auxiliar de Nueva York, Joseph Espaillat, atrajo todas las miradas tanto por su fluido español como por su carisma. Tuvo dos intervenciones durante el primer Congreso Eucarístico Diocesano, una en inglés y la segunda en español. Finalmente logré conversar con él en el corredor central y accedió a responder dos preguntas, lo que profundizó su intervención.

Sobre formación robusta: ¿Qué recomendación le hace a los catequistas?

“Les diría lo que dije sobre el escenario que definitivamente necesitar estudiar más, prepararse más, formarse más, rezar, porque hay muchos catequistas que no tienen una vida de oración, como mencionó mi hermano Edward Sri (conferencista católico invitado para la comunidad angloparlante). Necesitamos esa disciplina de oración cada día con el Señor, y cuando se tiene esa relación íntima con el Señor, uno puede sacar de lo profundo porque el Señor se va revelando.

“La formación es tan importante para nuestro pueblo hispano específicamente porque nos falta tanto, leer la Biblia, conocer los sacramentos, saber, por ejemplo, qué significa la palabra misericordia, la palabra gracia y luego las tradiciones de nuestras culturas, ya sea mexicana con Guadalupe o de Ecuador Nuestra Señora de la Nubes, o el Señor de los Milagros en Perú; conocer esas tradiciones. Las repiten si conocer el fondo y no les interesa aprender un poco más. Lo dije en mi intervención hace unos minutos: los templos se llenan el 12 de diciembre por la Virgen de Guadalupe, pero ¿dónde están esos católicos durante el resto del año?

“Se que en muchos casos es falta de tiempo, pero uno saca tiempo para lo que uno quiere y para lo que uno ama, se trata de adquirir una disciplina porque cuando uno tiene un encuentro con el Señor, él provee. Le voy a dar un testimonio de un hermano mexicano en Nueva York y que fue a un retiro; tuvo un encuentro con el Señor, y antes del retiro, bebía, y ahí invertía su tiempo y dinero. Dejó de beber, y ¿adivine qué? El tiempo que antes dedicaba a la bebida, se lo dedicó a la Biblia. De la bebida a la Biblia, era analfabeto. No sabía leer, y ¿adivina qué? Dios le enseñó a leer. Esto es real: dejó la bebida para estudiar la Biblia, y ahora es un tremendo predicador para la gloria de Dios. Evangeliza y da testimonio de que gastaba su tiempo bebiendo. Luego no me digan a mí que no se puede. Todos sacamos excusas. El Señor te dio a ti una capacidad, para entender, para leer, para escudriñar y tenemos que ser ejemplo. Esa sería mi sugerencia a los catequistas”.

Le dije, que si había escuchado correctamente, que tenía tres pasiones: La Eucaristía, la comida y los jóvenes. Le pedí que profundizará sobre sugerencias a los padres y abuelos para contribuir en la formación de nuevas generaciones: ¿Cómo podemos orientarlos hacia la vida religiosa?

“Dándoles ejemplo. Y es en la casa. Si hay algo que he visto en los últimos años es que cuando decimos que los jóvenes están perdidos, estamos haciendo una afirmación equivocada; ellos no están perdidos. Porque si están perdidos, significa que, como adultos, no les estamos dando dirección. Lo que he visto es el testimonio de la casa.

“No se si sabe que el 92 por ciento de los jóvenes escoge la religión del papá, si el papá no va a la iglesia, si no ora ¿qué podemos esperar? Desafortunadamente, es una costumbre latina; el papá no ora y no va a la iglesia. Si va, ni siquiera abre la boca en Misa. Está callado. Y no me digan que los hombres son como San José, que nunca decía nada. San José era un hombre justo; era un hombre preparado y era un hombre de oración, por eso reconoció la voz de Dios. Pero un papá y una mamá que dan ejemplo a sus hijos ayudan a formar mejores católicos. No voy a decir que el hijo no dejará la iglesia, o que no se descarriará por un tiempo, pero sí diré que volverá como el Hijo Pródigo, y por eso tenemos esa historia tan bella: el papá estaba esperando, esperando porque sabía que el hijo iba a regresar. Esperaba a ese hijo; evitemos que un día digan: Papá no me enseño esto, mamá no me enseño aquello… Es responsabilidad del papá y de la mamá educar a sus hijos en la fe.

“Lo que estamos haciendo es que dejamos que las escuelas les eduquen y que el sistema les oriente en años cruciales, y necesitamos asumir esa responsabilidad con mayor compromiso. Debemos presentarles opciones y decirles que igual que hay un médico, un chofer de bus, un bombero… hay un sacerdote. Nunca les presentamos la opción. Es algo muy lejano, muy distante y esa mentalidad tiene que cambiar; tenemos que romper ese estereotipo que hay”.

La energía del obispo parecía inagotable. Terminó hablando conmigo y continúo abrazando a la gente y apretando sus manos por el corredor mientras se dirigía a la capilla donde estuvo expuesto el Santísimo; me había dicho antes de comenzar la entrevista: “No he orado luego del almuerzo”.


Edgar G. Ángel es coordinador del ministerio hispano en la iglesia de Santo Tomás Apóstol en North Charleston. Enviale un correo electrónico a eangel@charlestondiocese.org.