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 | Por Doug Culp

El Número 40

Teología 101 continúa su mirada detrás de escena de algunas de las figuras prominentes, grupos y eventos a los que se hace referencia en la Biblia. El objetivo es proporcionar un contexto más profundo para el drama de la salvación que nos comunica la Sagrada Escritura.

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. (Mt 4, 1-2)

En la Biblia, cualquier período de tiempo que conste del número 40 es significativo. Los períodos de 40 suelen comenzar con grandes actos de fe e implican numerosas pruebas y tribulaciones, pero terminan con la transformación de Dios. Es un momento apropiado para examinar la importancia del número 40, mientras nos preparamos una vez más para entrar en los 40 días de la temporada de Cuaresma.

 

La jornada de fe

Si bien abundan los ejemplos en las Escrituras, algunas historias destacadas ayudarán a ilustrar el poder transformador inherente a estos diversos períodos de 40. En cada uno hay un encuentro con Dios y la verdad revelada. Este encuentro siempre exige una respuesta. La persona que asiente a la llamada de la fe se enfrenta a pruebas y tribulaciones que le invitan a dar marcha atrás y abandonar el camino. Sin embargo, debido a que la persona persiste ante la adversidad, la duda e incluso el fracaso a corto plazo, sale de su camino transformado y equipado para conducir a otros por este mismo camino.

De Noé a Moisés

Consideremos la aventura de Noé, quien vivió en una época en que la maldad estaba en todas partes, por lo que Dios decidió poner fin a toda la vida en la tierra, a excepción de él. Dios le pidió que construyera un arca como preparación para un gran diluvio que Él enviaría sobre el mundo. Noé respondió creyendo y comenzó la construcción de la gran arca. Por supuesto, fue ridiculizado por quienes lo rodeaban. Después de todo, ¿quién podría creer semejante locura? Sin embargo, Noé persistió y pronto comenzó a llover. Durante 40 días y 40 noches, el agua cayó de los cielos, inundando la tierra y acabando con toda criatura viviente. Sólo Noé y los que estaban en el arca sobrevivieron al gran diluvio. Él y su tripulación de personas y animales regresaron, no sólo para volver a habitar la tierra, sino también para transformarla a través de la fidelidad a Dios.

Más adelante, en el Antiguo Testamento, se nos dice que en Egipto los israelitas habían estado soportando durante generaciones las pruebas y tribulaciones que caracterizaron a la suerte de las personas esclavizadas, cuando Dios decidió liberarlas. Él llamó a Moisés, un exiliado en fuga a causa de haber matado a un egipcio por maltratar a un esclavo hebreo. Moisés eligió creer en la promesa de Dios, no obstante, todas las probabilidades y apariencias externas de lo contrario. Perseverando, pese a las negativas del faraón y plagas posteriores, Moisés se convirtió en el instrumento de liberación de Dios, y los israelitas fueron librados de sus poderosos captores egipcios.

Por supuesto, estos mismos israelitas vagarían por el desierto comiendo maná durante 40 años, antes de que Dios los transformara en una nación con una tierra propia. Durante este largo viaje por el desierto, Dios ordenó a Moisés que subiera al monte Sinaí, donde pasó 40 días y 40 noches, antes de descender con las tablas de piedra en las que Dios había escrito los mandamientos destinados a la instrucción del pueblo. Más tarde, Moisés destruyó estas tablas cuando vio que los israelitas se habían apartado de Dios para acercarse a un becerro de oro en su ausencia. Sin embargo, Dios lo llamó de regreso al Monte Sinaí para otros 40 días y 40 noches de ayuno, mientras Él le entregaba la Ley y transformaba a un pueblo sin órden en uno de pacto.

Del desierto a la diestra del Padre

Al volver al Nuevo Testamento, aprendemos de nuestro pasaje inicial que Jesucristo fue guiado por el Espíritu, después de su bautismo por Juan y antes de que comenzara su ministerio público, al desierto donde ayunó durante 40 días y 40 noches. Fue durante este tiempo que fue tentado a ser autosuficiente, a intentar manipular a Dios y a adorar al diablo, en lugar de a Dios. Por supuesto, Jesús no sólo superó estas tentaciones, sino que también salió de sus 40 días y 40 noches en el desierto para cambiar definitivamente el mundo y la trayectoria de la historia. El Verbo de Dios Encarnado transformó las tinieblas en luz al entrar en nuestra debilidad y al demostrar perfecta obediencia a Dios, así como total dependencia sólo de él.

Este período anterior al ministerio público de Jesús se refleja en uno de 40 días después de la conclusión de este ministerio público, que terminó al pie de la cruz. Jesús se apareció a sus discípulos durante 40 días, luego de la Resurrección y antes de ascender al cielo. Jesús se había sometido fiel y obedientemente a la última prueba, y a través de ella transformó la muerte en vida. Él había vencido a la cruz mediante la Resurrección, mostrando a una humanidad herida el destino eterno que espera a los que aman a Dios.

Nuestros 40 días

De hecho, mucho puede suceder en períodos de 40. El gran regalo que se nos ha dado con la temporada de Cuaresma es una invitación a participar en esta historia del poder transformador de Dios. Cada uno de nosotros puede salir de estos 40 días preparado y posicionado para la transformación del evento pascual. Esto requiere que confiemos en la Palabra de Dios y nos mantengamos firmes en ella, incluso cuando pueda llevarnos a ser ridiculizados o malinterpretados; que seamos totalmente honestos con nosotros mismos acerca de qué partes de nuestra vida debemos dejar atrás, porque nos mantienen esclavizados al pecado y la maldad; que demostremos la valentía de aventurarnos en el desierto de la Cuaresma, guiados únicamente por la fe en Dios; también que morimos a nuestro ego y nos sometemos, en cambio, a la voluntad de Dios. Esta es, en efecto, la gran lección de la Cuaresma: la transformación es precedida y preparada a través de la oración, penitencia, ayuno y abnegación.


Cuestionario "Citas"

¿Quién dijo: “Nada grande se logra sin mucha perseverancia”?

A. Papa Francisco

B. Santa Teresa de Calcuta

C. San Gregorio Magno

D. Santa Catalina de Siena

Respuesta: Santa Catalina de Siena


¿Sabía que…?

El catecismo nos enseña que los 40 días de Cuaresma constituyen el modo de la Iglesia de unirse al misterio de Jesús en el desierto. (CIC 540)


Doug Culp es el CAO y secretario de vida pastoral de la Diócesis de Lexington, Kentucky. Tiene una maestría en teología de Catholic Theological Union, en Chicago.

Este artículo se publicó originalmente en marzo de 2022.