| Por Hna. Guadalupe Flores

Seamos misioneros: oigamos la voz del Señor

En el mes de octubre, la Iglesia Católica celebra el mes de las misiones. Tendremos la dicha de recordar a grandes misioneros, por ejemplo, Santa Teresita del Niño Jesús y los Santos Daniel Comboni, Francisco Javier, Pedro Chanel, Damián de Moloka‘i, y muchos más.

Es el momento de reflexionar que cada uno de nosotros está llamados a ser misioneros, respondiendo a nuestro compromiso bautismal y tomando en cuenta lo que Jesús dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15). Con este mandato nosotros podemos ir y anunciar la Buena Nueva del Evangelio. Para ser buenos misioneros debemos tener estas características:

Conocer y amar a Dios.

Tenemos que conocer a Jesucristo y su Evangelio. De esta manera, podemos dar a conocer a los demás sus enseñanzas, su vida, pasión, muerte y resurrección. Al mismo tiempo, debemos conocer y experimentar el amor de Dios nuestro Padre. Jesús nos dice: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14, 21). Solamente conociendo y amando a Dios podemos transmitir ese amor a todos.

Tener una pasión por la misión.

Todo misionero debe apasionarse por su compromiso de ir y anunciar el Evangelio a todos. Ésto tiene que ser el motor que anime su vida misionera. Como dijo el Papa Francisco: “Es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (Evangelli gaudium 268).

Debe ser creativo.

Para poder anunciar el Evangelio, el misionero tiene que buscar maneras de poder atraer a los demás. Sobre todo, tiene que hacer que todos se interesen por escuchar, aprender y poner en práctica la Palabra de Dios. Cuando Jesús enseñaba, él utilizaba parábolas para que todos pudieran entender la grandeza del reino de Dios, por ejemplo, el hijo pródigo (Lc 15, 11-32) y el grano de mostaza (Mc 4, 30-32).

Debe dar testimonio de vida.

Todo misionero debe dar un testimonio de fe en Jesucristo por la vida coherente con las palabras y obras. El Papa Francisco dijo: “Pidió a todas las personas ser discípulos misioneros en la vida cotidiana, en el trabajo del día a día, dando testimonio del encuentro con Jesús y viviendo con sabor a Evangelio” (Audiencia General, septiembre de 2021).

El misionero debe ser alegre.

Anunciar el Evangelio con alegría y contagiar a todos el deseo de seguir a Cristo con alegría. La alegría es la consecuencia de nuestra actividad misionera. En el Evangelio de Juan podemos ver que los 72 discípulos volvieron contentos de su primera misión (Lc 10, 17-24). Además, aprendemos: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús... Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).

El misionero debe tener una espiritualidad misionera.

Sobre todo, debe estar abierto al y debe ser dócil al Espíritu Santo, que es el impulsor de la misión. En el evangelio de Lucas escuchamos: “Jesús volvió de la orilla del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto” (4, 1). Una espiritualidad que está guiada por el Espíritu es la que da fuerza en la misión. San Juan Pablo II, en su carta encíclica Redemptoris Missio, dijo: “La espiritualidad misionera se caracteriza además, por la caridad apostólica; la de Cristo que vino ‘para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos’ (Jn 11, 52); Cristo, Buen Pastor que conoce sus ovejas, las busca y ofrece su vida por ellas (cf. Jn 10). Quien tiene espíritu misionero siente el ardor de Cristo por las almas y ama a la Iglesia, como Cristo” (RM 89).

Según el decreto del Vaticano II, Ad Gentes, “La iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre” (AG 2).

La vida de misión requiere una dependencia absoluta en Dios. Por esta razón, las características antes mencionadas de conocer y amar a Dios, tener una pasión, ser creativo, dar testimonio de vida, ser alegre y tener una espiritualidad misionera son algunas de las características que debe tener un misionero para anunciar el Evangelio a un mundo necesitado.

El Domingo Mundial de las Misiones es el 22 de octubre de este año. Se celebran misas exclusivamente para la actividad misionera y se recaudan donaciones en todo el mundo para apoyar iglesias, hospitales, escuelas y vocaciones en países donde la Iglesia es nueva, joven o pobre. Visite propfaithcharlestonsc.com.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.