| Por Hna. Guadalupe Flores

El cuidado de la creación

Todos tenemos que saber apreciar y cuidar la creación como un regalo de Dios para todos los seres humanos. Por esta misma razón, Dios nos ha confiado la creación para que nosotros seamos sus cuidadores. Génesis 2,15, dice: “El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultiva y lo cuidara”. Pero con mucho dolor y vergüenza, tenemos que reconocer que nosotros no hemos sido buenos encargados de la creación que Dios nos ha dado.

Nos hemos acostumbrado a vivir una vida muy cómoda, con muchas facilidades haciendo uso y abuso sin medida de nuestros recursos naturales, cayendo en el consumismo que nos ofrece esta sociedad. Este modo de vida construye la desigualdad social, donde “los ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” (Documento de Puebla, Cap. 3, #30). Todo esto va generando una desigualdad social, y todos somos responsables de esta situación.

En la encíclica Laudato si’, el Papa Francisco denuncia con voz profética la situación actual, diciendo:

“Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirir ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas” (LS #206).

El Papa Francisco nos está pidiendo que todos los que ejercen una autoridad, como también los empresarios, puedan unir sus esfuerzos e involucrarse en el desafío de ser cuidadores de la creación. Y de esta manera lograr una justicia social, una ecología integral que se relaciona muy bien con el bien común, que nos lleva a una solidaridad con los demás.

El compromiso de cuidar la Casa Común fue asumido, especialmente por jóvenes alrededor del mundo, con mucha alegría y entusiasmo. Ellos son los que nos ayudan a reconocer que el cuidado de la creación es de muchos y no de pocos, sin distinción de creencias o ideologías. Por lo que “la auténtica preocupación por el medio ambiente debe ir unida a un amor sincero por el ser humano y a un compromiso permanente respeto a los problemas de la sociedad” (LS #91).

Si cada uno de nosotros es capaz de asumir esta responsabilidad, seremos capaces de alcanzar nuestro objetivo, cuidar la creación de Dios, para que, de esta manera, se pueda lograr un mundo más habitable y digno para todos.

Al mismo tiempo, no podemos dejar de mencionar la propuesta de desarrollar la “regla de las tres erres” para nuestros hogares para que seamos partícipes activos en la lucha contra la reducción de la producción de residuos y colaboremos con la protección y conservación del medio ambiente. Estos tres elementos son reducir, reutilizar y reciclar.


Reducir se refiere a consumir menos, es decir, evitar comprar cosas innecesarias para llevar una vida sencilla.

Reutilizar nos dice que debemos aprender a rechazar las cosas. Por ejemplo, no acepten las bolsas de plástico que se ofrecen en los supermercados cuando puede traer las suyas propias. Otro ejemplo sencillo es que cuando tenemos pequeñas reuniones en la parroquia, podemos traer nuestros vasos, platos y cubiertos
y dejar de usar plástico de un solo uso.

Reciclar es lo que todos sabemos hacer. Recolectar materiales que puedan ser utilizados para fabricar nuevos productos. Es decir, a la hora de comprar artículos para nuestro hogar, debemos seleccionar cosas que se puedan reciclar.


Cada uno de nosotros puede hacer todo lo mencionado en nuestros hogares y en nuestra comunidad parroquial. Al cuidar nuestra casa común, aceptamos la invitación que nos hace el Santo Padre y aseguramos que cuidarla es responsabilidad de todos. Esto traerá consigo un mejoramiento de vida para cada uno de nosotros que formamos parte de la creación. Por lo tanto, todos los seres humanos debemos comprometernos a colaborar activamente para ayudar a la tierra que clama ayuda.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.