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 | Por Edgar Ángel

X Congreso Católico: ‘A Dios lo que es de Dios’

Al comenzar la celebración de la Misa con la que se clausuró el X Congreso Católico: “Eucaristía fuente de vida presente y eterna” el obispo Jaques Fabre-Jeune, CS, invitó a los niños y jóvenes a sentarse cerca al altar. Los dividió por edad y luego comenzó con la Misa que se extendería por más de dos horas.

Por primera vez en sus diez iteraciones, un obispo clausuraba un congreso y llegar a este punto tomó 13 años. 

En 2010, la comunidad hispanohablante de Inmaculada Concepción, que años antes había comenzado con el Retiro de Emaús en la vicaría del lowcountry, se planteó la necesidad de unificar a las familias. Decidieron embarcarse en el proyecto de organizar un evento en el que mamá, papá e hijos pudieran encontrar un espacio para reavivar espiritualmente.

“Mi esposa y yo teníamos en mente que algún día íbamos a poder realizar un evento similar como los dos congresos que habíamos vivido y que la gente tuviera una oportunidad nueva y diferente de recibir las Buenas Nuevas en el área de Charleston," dijo el diácono José Mayén. "La mayoría de los que iniciaron trabajando en este proyecto de fe siguen activos y felices al recordar que lo que en un tiempo fue sólo una idea ahora se haya convertido en una hermosa realidad”. 

El diácono Mayén impulsó la idea al lado de su esposa Mónica luego de un evento similar en Los Ángeles por parte de los Ministerios Sembrador colocó la semilla en sus corazones.

En este grupo activo está Pablo Maná, para quien el momento de mayor impacto, en las diez veces que ha participado, siempre ha sido la procesión del santo.

“Me alimento de ver transformaciones, familias sanadas en las prédicas y a través del servicio”, comentó. "Cada congreso ha tenido su momento clave que a mí me ha ayudado. Pero, sobre todo, cada vez que hacemos la procesión del santísimo es algo inexplicable en mi corazón. Mi hija fue testigo de eso. Estaba pasando por momentos difíciles en su salud y cuando fue la procesión, ella quedó sana. Los momentos que más me han marcado son los momentos en que el Señor sale al encuentro de su pueblo en la procesión del santísimo”.

El centro del X Congreso, en consonancia con el año de Avivamiento Eucarístico parroquial, fue la Eucaristía. Los cuatro conferencistas abordaron desde diferentes ángulos el significado que debe tener el pan de vida en nuestra jornada terrenal. Los padres Oscar Borda Rojas y Mario Cruz centraron sus charlas en el gran regalo de Cristo a su pueblo a través del sacramento. Para José Alberto Vázquez, la familia y el ejemplo de los mayores fue el centro de sus observaciones. Mientras que para Jorge Morel y su grupo de alabanza, los jóvenes y cómo involucrarlos se convirtieron en el eje.

Se anunció un programa especial para el grupo de asistentes de edades entre los 12 y los 17 años, y coordinando al grupo de jóvenes, ha estado María Coveñas.

“Siempre se ha intentado que los jóvenes estén activos en la Iglesia y su vida espiritual, especialmente en este momento que es el año eucarístico que el Papa nos hace ese llamado a acercarnos mucho más, como lo hizo en la Jornada Mundial de la Juventud. Lo que estamos tratando aquí es que crezcan en su fe, que se acerquen a Jesús en la eucaristía”, ella remarcó.

Los jóvenes inauguraron el congreso con un enérgico desfile de banderas, participaron en conferencias simultáneas durante los dos días y representaron escenas de vida de santos que hicieron de la eucaristía el centro de sus vidas. Cada detalle fue responsabilidad del grupo juvenil. Tal como nos lo piden el Papa Francisco y nuestro obispo, permitirles que asuman roles y responsabilidades en la vida comunitaria de la Iglesia.

Durante la homilía, en el cierre del congreso, el obispo Fabre basó su reflexión sobre Mateo 20, 21: “Dar a Dios lo que es de Dios… ” A los padres les recordó que para ser un buen católico se requiere una transformación interior, educar con el ejemplo a los hijos asistiendo a Misa y participando en la vida de la Iglesia. 

A los jóvenes, que para el momento habían regresado a las bancas del abarrotado gimnasio de Bishop England, les dijo que darse a Dios implica reconocer el sufrimiento y la necesidad del prójimo. Les recordó que la familia católica es una pequeña iglesia sobre la que se construye la gran Iglesia, de la que hacemos parte. Enfatizó que todo nuestro ser pertenece a Dios y eso implica la entrega total de nuestra vida. El obispo invitó a reflexionar de camino a casa sobre lo que Dios nos ha dado, para que con la misma generosidad estemos dispuestos a darnos al Señor.


Edgar G. Ángel es coordinador del Ministerio Hispano en la iglesia de St. Thomas the Apostle, en North Charleston. Envíele un correo electrónico a eangel@charlestondiocese.org.