Precisamente por estos dos sobrenombres se acude a él en situaciones desesperadas: porque su corazón se enternece ante nuestras necesidades, y tiene la valentía para interceder por ellas. Hay quienes consideran que su poderosa intercesión se debe al grado de consanguinidad que comparte con Jesús. Sea la razón que sea, a este discípulo se le ha concedido la gracia de interceder de manera poderosa por nosotros.

Su fiesta se celebra en el mes de octubre, y para conmemorar a San Judas me gustaría meditar acerca de la carta que este discípulo escribió y la relación que tiene con las últimas palabras de Jesús durante su despedida antes de La Pasión. Este pasaje se encuentra en el capítulo 14 de San Juan, y en ese momento Judas Tadeo le hace una pregunta muy importante: “Señor, ¿por qué te revelas a nosotros y no al mundo?” (Jn 14: 22). 

Con esta pregunta manifiesta su corazón ecuménico y universal: está preocupado porque el mensaje y el amor de Jesús sean manifestados no sólo a ellos, sus discípulos, sino a todo el mundo. La respuesta que da Jesús es clave, y en resumidas palabras dice que está cumpliendo la voluntad del Padre, y que ellos recibirán el Espíritu Santo para llevar a cabo la misión de compartir este mensaje con el mundo entero.

Luego de recibir el Espíritu Santo durante Pentecostés, y después de haber iniciado su misión evangelizadora por Mesopotamia y Persia junto con Simón el zelote, San Judas escribe la carta que podemos encontrar en nuestras Biblias. Sus palabras están dirigidas a quienes quieren vivir la verdadera fe, y explica abiertamente el motivo de su carta: “Queridos, tenía yo mucho empeño en escribiros acerca de nuestra común salvación y me he visto en la necesidad de hacerlo para exhortaros a combatir por la fe que ha sido transmitida a los Santos de una vez para siempre” (Judas 3). 

Al leer sus palabras podemos ver que Judas comprendió por experiencia propia y en primera persona, la respuesta que tiempo atrás Jesús le había dado. Casi que podemos ser testigos de la evolución de San Judas, podemos ver cómo su misión lo ha hecho crecer y madurar en la fe, y si leemos su carta veremos que después de todas las experiencias misioneras, más que preguntas, tiene consejos para que podamos vivir nuestra fe en plenitud. Nos escribe a nosotros, quienes como él “han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo” (Judas 1).

San Judas y San Simón son recordados el mismo día porque se dice que después de haber convertido al rey de Babilonia, ambos murieron mártires en Persia durante su misión evangelizadora. 

Acerca de Simón el Zelote: es el apóstol del que menos datos fidedignos conservamos, sin embargo sabemos que antes de ser llamado por Jesús para ser apostol, pertenecía al movimiento político de los zelotes. Nació en Caná de Galilea, y por eso también se le conoce como “Simón el cananeo”. 

Pidámosle a San Judas que nos ayude a vivir la fe según la voluntad del Padre, y que nuestro corazón esté siempre abierto a la acción del Espíritu Santo; y a San Simón que nos ayude a abrazar, ser fieles y seguir el mensaje del Evangelio por encima de cualquier movimiento o idea política por la sintamos afinidad.