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 | Por Hermana Guadalupe Flores

La Pascua

Dentro de la Iglesia Católica, tenemos muchas celebraciones litúrgicas, y la más importante es la Pascua o Domingo de Resurrección. En ella todos los católicos nos regocijamos porque, en este día, Jesús venció a la muerte.

La Pascua para nosotros, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es la fiesta mayor “y más antigua de la Iglesia, que celebra la Resurrección de Cristo de entre los muertos. La Pascua es ‘la fiesta de las fiestas’, ‘la solemnidad de las solemnidades’, el Gran Domingo’” (CIC 1169).

La alegría de los cristianos es la certeza de que Cristo vive y está presente entre nosotros. Quienes creemos verdaderamente en la resurrección viviremos con él por siempre.

El origen de la palabra Pascua viene del griego pasja, que a su vez proviene del hebreo pésaj, que significa paso o salto. Esto nos lleva al origen de la Pascua, que está mencionado en el Antiguo Testamento. La muerte saltó o pasó sobre las casas de los israelitas que estaban marcadas con la sangre del cordero.

Para nosotros hoy en día, la muerte de Jesús en la cruz tiene un significado mayor porque el sacrificio que realizó Jesús con su sangre es suficiente para liberarnos de nuestros pecados. De manera que es diferente de la Pascua del Antiguo Testamento. Por lo tanto, hoy, no tenemos que sacrificar un cordero porque Jesús hizo la obra completa con su sangre derramada en la cruz.

Es por medio de Jesús que tenemos la esperanza de lograr la vida eterna. El Papa Francisco nos dice que “la esperanza no es una ilusión, es verdad, y a partir de la Pascua el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza velozmente”. Por tanto, esta es nuestra Pascua, la que nosotros celebramos.

Por ello, si morimos con Cristo, tenemos la plena confianza de que también viviremos con él; porque Cristo, al haber vencido a la muerte, ya no puede volver a morir. De esta manera, la muerte ya no tiene ningún poder sobre él. Con su muerte, él ha vencido el mal para siempre. Como nos dice San Pablo en la carta a los Romanos: “Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él” (6, 9). Del mismo modo, Jesús nos invita a vencer el mal o el pecado, como él lo hizo para vivir con él en el paraíso.

Podemos encontrar el origen de la Pascua en el Antiguo Testamento, en el libro del Éxodo. El pueblo judío vivía esclavizado por muchos años en Egipto. Y es por esta razón que Dios escucha el clamor del pueblo judío y llama a Moisés para liberar a su pueblo (Ex 3, 4-5). Pero el faraón se niega a liberar al pueblo de Israel porque no quería perder la mano de obra barata, ya que los israelitas eran muy buenos trabajadores. Dios, al ver que el faraón endurecía su corazón y no dejaba salir a los israelitas, envió diez plagas. Siendo la décima plaga la definitiva, cuando el Señor pasa hiriendo de muerte a todos los primogénitos egipcios, esto fue lo que marcó el principio de la celebración de la Pascua (Ex 12, 29-32).

Al mismo tiempo, les dijo que ese mismo mes sería el inicio de algo muy importante para el pueblo de Israel. Cada familia debería tomar un cordero a un cabrito de un año, sin defecto, y sacrificarlo el día décimo del mes. Con la sangre del animal deberían untar los postes y la parte superior de la puerta, donde Dios pasaría por alto las casas de los israelitas que estaban marcadas con sangre como Dios había ordenado porque creían y confiaban en las promesas de liberación de Dios.

En cambio, en el Nuevo Testamento, Jesús mismo, durante sus últimos días con nosotros, durante la celebración de los panes sin levadura o fiesta de la Pascua, en la última cena, Jesús reúne a sus apóstoles y les dice: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el reino de Dios” (Lc 22, 14-16).

El sacrificio de Jesús en la cruz no quedó sin efecto; él resucitó de la muerte al tercer día, de esta manera, Cristo nos libera de nuestros pecados y nos da la vida eterna, que es la Pascua que celebramos.

En resumen, el Papa Francisco, en su mensaje de Urbi et Orbi, nos dice: “Él, el Señor de nuestra vida, es ‘la resurrección y la vida’ del mundo. Es Pascua, que significa ‘paso’, porque en Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión”.


La hermana Guadalupe Flores, OLVM, es la coordinadora de Formación de Fe de Adultos para la oficina del Ministerio Hispano. Envíele un correo electrónico a gflores@charlestondiocese.org.