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 | Por Cristina Sullivan

El fuego purificador

El tema del purgatorio ha sido uno de los más polémicos a nivel dogmático, y es una de las mayores diferencias que tenemos con respecto a algunos de nuestros hermanos separados al protestantismo. Uno de los pasajes más importantes, claros y elocuentes que encontramos en la Biblia acerca de esta realidad está en el Segundo Libro de los Macabeos 12, 38 - 46. Sin embargo, ¿qué dice la Iglesia? ¿Qué podemos saber con respecto a este dogma de fe? Recordemos que la doctrina del purgatorio fue declarada dogma en el siglo 13 durante el Concilio de Florencia.

Michael Schmaus, doctor de teología dogmática y, además, profesor de teología de Joseph Ratzinger, explica que la Escritura, la Tradición y la doctrina declaran y concuerdan en que el purgatorio es un estado de pena que consiste en la privación temporal de la visión de Dios, y de esa privación surge el tormento del alma. Para explicar lo anterior, me gusta recurrir al siguiente ejemplo: imagina que dos enamorados viven en ciudades diferentes y tienen la oportunidad de encontrarse en un lugar para disfrutar una semana juntos. La alegría, el regocijo y el gozo que siente esta pareja son inexplicables, sólo quienes viven este tipo de experiencia lo pueden comprender. Sin embargo, cuando llega el momento de la despedida pueden llegar a sentir que su pareja se está llevando una parte del corazón. Es una tristeza que se siente en todo el ser.

Bueno, algo similar a lo anterior es lo que siente el alma al ver cara a cara a Dios: el momento de la muerte es el más importante del ser humano porque es la ocasión de encontrarse con el Amor de los amores, con el autor de nuestra existencia,  con el artista de nuestro corazón. Ningún amor humano se iguala al amor que siente el alma por su creador. Quienes han sabido corresponder en esta vida al amor de Dios, son quienes entran al Cielo y pueden deleitarse en su presencia. Son como aquellas vírgenes prudentes que estaban listas para celebrar la gran boda. Sin embargo, no todas las almas corresponden adecuadamente al amor de Dios, y son ellas las que necesitan purificarse para poder participar de la presencia de Dios, presencia que se conoce como “visión beatífica”. 

La Tradición llama “el fuego que devora” a la espera que sufre el alma mientras se limpia para poder disfrutar de la presencia de Dios; es el dolor que experimenta al querer estar con el amado pero no puede hacerlo por sus imperfecciones. Santa Catalina de Génova dice lo siguiente con respecto a este fuego purificador: “El anhelo insatisfecho que devora al alma sin devorarla es doloroso sobre toda medida, es un fuego de amor que no puede compararse a ningún fuego terreno”. Sin embargo, es un dolor entremezclado con profunda alegría porque se sabe salvada, sabe que llegará el momento de entrar en el Paraíso y que se ha librado de la condenación eterna. La siguiente es una cita tomada del libro de Teología Dogmática de Michael Schmaus que explica lo anterior:

Pero por muy doloroso que sea el proceso de purificación, tiene, sin duda, su alegría. Podríamos decir que si el tormento es mayor que todos los dolores de esta vida, también es mayor la alegría. Dolor y felicidad se entretejen misteriosamente. La razón de la alegría de quienes están en el purgatorio es su amor a Dios y su certeza de salvarse. La opinión de que no están todavía seguros de su salvación fue condenada por León X; su destino está decidido, la batalla está ganada; han vencido y pueden triunfar; son hijos e hijas de Dios, que padecen necesidad, y a la vez están en el triunfo de su paso hacia la gloria (Apartado 4, Dolor y alegría. Pág 494).

Nosotros los vivos, que hacemos parte de la Iglesia militante, podemos hacer mucho por ayudar a la Iglesia purgante para aplacar la necesidad por la que están pasando: las oraciones y sacrificios que hagamos por ellas son muy bien recibidas. En este mes celebramos la fiesta de los fieles difuntos, también conocida como “El día de los muertos”. Acercarse a una parroquia para ofrecer una misa por el alma de algún fallecido es una excelente manera de conmemorar esta fiesta.


Cristina Umaña Sullivan es socióloga cultural que se ha dedicado a la evangelización por más de 10 años con especialidad en Teología del Cuerpo y creación de identidad desde la perspectiva cristiana. Envíele un correo electrónico a fitnessemotional@gmail.com.